Cuando las bandas se apoderen de la carretera
Ya desde su primer trabajo como realizador con el cortometraje “Violence in the cinema. Part One” Miller habia demostrado sentir debilidad por el género de la acción como el mas adecuado a la hora dotar de espectacularidad a la narración cinematográfica. Recogiendo elementos del western y el comic e influenciado por su afición al automovilismo así como por el triste panorama económico de los 70 el director urdió junto a James McCausland la trama para el film que pudo sacar adelante gracias a su amistad con el productor Byron Kennedy quien reunió a través de diversas fuentes un presupuesto de 380.000 dólares, risible cantidad incluso para la época y debido a lo cual la mayoría del equipo y del reparto estaba compuesto por aficionados, incluido el protagonista, un casi debutante Mel Gibson que consiguió el papel al presentarse al casting al dia siguiente de una pelea en un bar, lo que le dio un aspecto machado que encajaba con lo buscado por Miller.
Mel Gibson, en uno de los papeles que le dio más nombre
La historia nos sitúa en un futuro cercano (el año 2000 según la novelización) donde la creciente crisis económica y social ha dado pie un espectacular incremento de la delincuencia con bandas de criminales motorizados actuando a sus anchas, situación a la que se ve enfrentado Max Rockatansky, un joven e idealista policía y hombre de familia que en su enfrentamiento con la banda liderada por El Cortaúñas (Hugh Keays-Byrne) verá traicionado y destruido todo aquello que cree y aprecia, iniciando entonces una venganza que le transformará en un ser violento e implacable.
Visto el film su clasificación como perteneciente al género de ciencia ficción es mas bien dudosa y se basa, seguramente debido a las limitaciones del presupuesto, mas en lo que se intuye que en lo que se muestra, estando mas cerca del subgénero de los justicieros urbanos y de reflexiones acerca de la violencia como “Deliverance” o “Perros de Paja” añadiendo un par de gotas de las películas de moteros producidas por Roger Corman en los 50 y 60. Lo cierto es que visto hoy en dia el film ha envejecido algo mal, detectándose a lo largo de su metraje ciertos tiempos muertos como por ejemplo todo lo referido a la relación entre Max y su esposa, si bien la acertada visión de la violencia del realizador (la venganza del protagonista nunca es glorificada) y la fuerza de las secuencias de acción permanece intacta, destacando la explosiva persecución que abre el film (la cual, por razones presupuestarias tuvo que rodarse a la primera y obligo a Miller a sacrificar su propio coche) o la brutal escena final el la que Max da a elegir a uno de los delincuentes entre perecer victima de una explosión o automutilarse. La película se convertiría tras su estreno en 1979 en la mas taquillera del país y excepto, curiosamente, en EE.UU supuso un enorme éxito a nivel mundial calculándose que en la actualidad (añadidos los derechos de video y TV) los ingresos superan los 100 millones de dólares, lo que la convierte en una de las películas mas rentables de toda la historia.