Bárbaros en el páramo
Dado el éxito precedente la tentación de una secuela se volvió irresistible y Miller y Kennedy se pusieron manos a la obra. Ayudado en esta ocasión por el británico Terry Hayes, el director redactó un guión enclavado ya directamente en un contexto de ciencia-ficción postapocalíptica y en el que se potencia el carácter de mito del protagonista, presente ya en ese prólogo de carácter mitológico en el que una voz en off narra sobre una proyección de imágenes en blanco y negro un pasado conflicto mundial motivado por el petróleo que ha llevado al fin de la civilización llevando a las comunidades a una situación de barbarie donde la posesión del combustible para mantener a los vehículos se ha convertido en el único fin.
Mad Max Movies, libro de Adrian Marti dedicado a la trilogía. No duda en calificar a la tercera de film artístico.
Tras tres años de vagabundeo por las tierras baldías Max encontrará a un estrafalario individuo capitán de un rudimentario helicóptero (Bruce Spence) que le indica la existencia de una refinería poblada por una comunidad acosada por una banda de salvajes capitaneados por Humungus (Kjell Nillson) y su bestial segundo Wez (Vernon Wells). A cambio de combustible para su vehículo Max les conseguirá un transporte que les permita huir llevándose el combustible pero tras conseguirlo es atrapado por la banda y salvado por su aéreo colega, viéndose obligado entonces a conducir el transporte en una espectacular huida.
Presentado como “un hombre vacío, un hombre quemado y sin ilusiones” Max se ha convertido en este nuevo film en una sombra de si mismo que, muerta su humanidad, tiene como único objetivo conseguir combustible para su vehículo interceptor policial (un modelo Ford Falcon) y seguir vagando por esas carreteras desiertas que no llevan a ninguna parte con la única compañía de un dingo amaestrado. Es aquí donde la fuerza de las circunstancias le obligarán a tomar partido y prestar una ayuda al prójimo con el que hasta ese momento habia evitado tener una relación mas allá de lo comercial.
El argumento remite aquí plenamente al género western a través de la reconversión futurista de la clásica historia del fuerte bajo asedio indio y a través del retrato del protagonista que, con su desengaño, misterio y métodos ortodoxos, remite al Clint Eastwood de las películas de Sergio Leone. La trama resulta esquemática y los personajes y sus relaciones rozan lo tópico (el chico salvaje, la mujer guerrera o ese villano mezcla de Darth Vader y un luchador de wrestling) pero la potente e inspirada labor de Miller hace que todo ello no importe, otorgando al relato un interés y una espectacularidad que alcanza su cima en la persecución final, un verdadero mas difícil todavía que es por derecho propio una de las mejores persecuciones de la historia del cine, manteniendo intacta toda su fuerza mas de dos décadas después. Estrenada en 1981 “Mad Max 2” supuso otro gran éxito a nivel mundial propiciando además el salto a Hollywood tanto de su protagonista como de su director e imponiendo una estética multiplagiada a partir de aquel momento en exploits, mayormente italianos, todos ellos generalmente lamentables aunque, reconozcámoslo, bastante divertidos.