De gasolina, barbarie y justicieros del futuro

El mundo tras el “epococlipse”

Con el personaje ya convertido en un icono cinematográfico y contando con participación norteamericana y un presupuesto mucho mas holgado Miller (ya sin Byron Kennedy, fallecido en accidente en 1983) ideó de nuevo junto a Terry Hayes una nueva entrega para la Warner si bien en esta ocasión compartiría la labor de dirección con George Ogilvie, ocupándose este del trabajo con los actores y reservándose para si mismo la planificación de escenas. En esta ocasión la historia da un gran salto situándonos en el año 2018, donde el planeta parece haberse convertido en un enorme desierto por el cual vaga Max pilotando una caravana de camellos que le es robada por el bandido aéreo Jedidiah (Bruce Spence repitiendo un personaje similar ¿O es el mismo?). A pie y con las manos vacias llega a Negociudad, una urbe distópica en la que se verá involucrado en los juegos de poder entre la dirigente Tia Ama (Tina Turner) y el Maestro Golpeador (Angelo Rossito) un científico enano que proporciona la energía de la urbe custodiado por un brutal gigante con retraso mental. Enfrentado a este último en una lucha a muerte en la “Cúpula del Trueno” Max se negará a liquidarle como estaba acordado y por ello es condena a morir abandonado en el desierto donde encuentra una comunidad de niños salvajes a los se verá obligado, pese a su oposición, a guiar hacia la una nueva civilización lejos de Negociudad.

Con una ambientación mucho mas espectacular y hollywoodiense ya patente desde los títulos de crédito con ese vibrante tema entonado por Turner, el film sin embargo se antoja divido entre una primera parte magnifica y un tercio final que va perdiendo gas rápidamente a medida que el relato se centra en esa comunidad infantil que ofrecía interesantes posibilidades (por ejemplo esa escena de la caverna llena de huesos que parece insinuar una sociedad caníbal o las diferencias entre los partidarios de volver a la civilización y aquellos que desean permanecer) que nunca son abordadas así como por una escena de persecución final pálido reflejo de la entrega anterior o un tratamiento incoherente del personaje de Tia Ama (cuando deja marchar a Max por las buenas tras todo lo acontecido) si bien la escena final, con ese Max quedándose en tierra para asegurar el futuro de los muchachos, redondea la aureola de redención para el héroe destrozado. Con todo el film no está carente de interés y Miller se muestra en plena forma en secuencias como esas escenas de Max caminando a través del desierto o la espectacular lucha en ese circo para gladiadores futurista. “Mad Max: Mas allá de la Cúpula del Trueno” llegó a los cines en 1985 y tuvo un acogida en taquilla un tanto tibia que si bien no resulto en un fracaso si quedó bastante lejos del éxito esperado, siendo acusada además de haber ablandado la saga.