Cuando los tres empleados se ponen a maquinar –y predomina el absurdo convertido en comedia– no podemos evitar encontrar un aire que nos recuerda a la eficaz 'Resacón en Las Vegas'.
En los difíciles tiempos que corren es inevitable que buena parte de la población esté temerosa ante el riesgo de perder su empleo. Debido a ello hay trabajadores que deben soportar en silencio más de una situación injusta ante la que no dudarían en protestar airadamente si el contexto socioeconómico fuera distinto. Ahora bien, ¿qué sucede si en lugar de situaciones injustas lo que experimentamos por parte de nuestros superiores en la empresa es una auténtica operación de acoso y derribo?
Cómo acabar con tu jefe nos presenta a tres personajes, amigos para más señas, agobiados por sus respectivos mandamases –un psicópata frío y calculador, una ninfómana y un cocainómano sin escrúpulos– que un buen día deciden que no pueden aguantar más la situación. Siendo conscientes de que sus vidas mejorarían innegablemente sin la presencia de semejantes personajes, acometen la puesta en marcha de cualquier plan que sea necesario para retirar de la circulación a sus jefes.
Si bien en un primer tramo de la película nos vienen a la mente los agobios laborales del protagonista de Trabajo basura (Mike Judge, 1999), es cierto que en cuanto los tres empleados se ponen a maquinar –y predomina el absurdo convertido en comedia– no podemos evitar encontrar un aire que nos recuerda a la eficaz Resacón en Las Vegas (Todd Philips, 2009), con un tipo de diálogos y de situaciones que deleitarán a los espectadores que guarden un buen recuerdo de ella.
Nos encontramos ante una cinta bien estructurada, con unos diálogos vivos y perfectamente ajustados a los personajes principales –impasible Jason Bateman, histriónico Charlie Day, salido Jason Sudekis– pero sin caer excesivamente en los estereotipos. Además se ha contado con secundarios de auténtico lujo que logran capturar la atención del público en cuanto aparecen en pantalla: un soberbio Kevin Spacey que da mucho miedo, una sorprendente Jennifer Aniston, un caracterizado Colin Farrell, así como un Jamie Foxx que da vida a un divertido ex convicto de colorido apodo.
Las situaciones cómicas funcionan muy bien, los gags están logrados, y ni siquiera molestan demasiado los toques más groseros, la escatología y los tacos (o será que ya nos vamos acostumbrando a ese tono, gracias a producciones como ésta). El ritmo también se mantiene a buen nivel durante toda la proyección, aunque quizá la introducción al problema común de los tres amigos ocupe demasiados minutos.
Quien espere una disección en profundidad del mundo laboral en la actualidad saldrá obviamente decepcionado –esto no es The company men (John Wells, 2010)–, pero si se pretende pasar un rato divertido en compañía de tres tipos bastante descerebrados que intentan deshacerse de sus despóticos jefes lo más probable es que soltemos más de una carcajada bien merecida.