Somewhere es el equivalente a la que fue su obra más reconocida, Lost in traslation.
Con su primer filme se descubrió como una habilidosa realizadora, con el segundo logró el reconocimiento internacional y con el tercero se dio de bruces con la crítica. Hablamos de Sofia Coppola, quien, contra todo pronóstico, se ha desvinculado de los lazos que conllevan un apellido ilustre para labrarse una carrera homogénea y crear un método propio en la narrativa cinematográfica, tal y como atestigua Somewhere, flamante aunque discutida ganadora del León de Oro en Venecia del pasado año.
Su obra novel, Las vírgenes suicidas, era una oda bella y terrible a la adolescencia que abría un mundo de ensoñación frustrada. En este sentido, su tercer filme, María Antonieta, se emparentaba directamente con la primera, a la vez que confirmaba que el estilo visual que Coppola proponía se podía trasladar a cualquier época y a cualquier historia, aunque se tratara de un biopic radical sobre la malograda reina del país francés. Pero no convenció como deudora de su obra de debut. Quizá por eso su cuarto y último filme estrenado, Somewhere, sea el equivalente de este año a la que fue su obra más reconocida, Lost in traslation.
En ésta, asistíamos al proceso fraternal de dos personajes (hombre maduro y muchacha joven) que lograban mantenerse a flote por el mero hecho de haberse encontrado perdidos en un país ajeno a su cultura. De paso, exploraba el vacío del éxito y envolvía a sus personajes en atmosferas en las que el sentimiento de soledad compartida ganaba momentáneamente la partida. La razón de recordar la trama del segundo filme es sencilla: Somewhere, salvo leves diferencias, vierte el mismo argumento.
Stephen Dorff interpreta a una estrella rutilante del mundo del celuloide que vive atrapado físicamente en el Hotel Chateau Marmont de Los Angeles y psíquicamente en una vida donde lo trivial es el devenir cotidiano. Será el encuentro con su hija de 11 años lo que le hará despertar. Siendo su argumento una mímesis narrativa que conlleva incluso la reverberación de muchos de los planos de su celebrada obra de confirmación, Somewhere es una experiencia satisfactoria como obra independiente pero puede resultar absolutamente dejavuísta y reiterativa si la consideramos como parte integrante de la carrera completa de Coppola como realizadora.
De fotografía exquisita, música evocadora, prácticamente sin diálogos y con excelentes interpretaciones por parte del binomio protagonista (atención a Elle Fanning), Somewhere es otro ejercicio estético que brinda la poesía de una directora madura, esta vez orientada a la desmitificación de la vida del star-system hollywoodiense. Pero es la propia vacuidad de la que habla el filme que termina por hacerse tan palpable que convierte el producto en un bello objeto de escasa sustancia. Coppola sabe dónde colocar la cámara, sabe retratar el trasfondo humano y sabe dibujar un clima de desasosiego existencial, y quizás eso sea suficiente. Pero, con todo, su último trabajo no resulta tan sugestivo como otras de sus obras previas por presentar un guión demasiado exiguo en sus planteamientos.