Hemos celebrado desde este rincón del espectador todos los avances que han ido llegando al cine porque siempre hemos entendido que son un modo de perpetuar la visita a la sala, mejorar el espectáculo que nos ha convertido en víctimas del celuloide.
Bueno, siempre no. Recuerdo que dimos un tirón de orejas a las productoras que empezaron a utilizar el 3D en vano, es decir, hacer apaños en la postproducción de sus cintas para poder estrenar con la etiqueta 3D cobrando el suplemento habitual para que luego comprobásemos en la sala que ponerse las gafas daba lo mismo que no ponérselas. El último en perpetrar la bromita ha sido nada menos que Francis Ford Coppola en Twixt.
Sobre todo, hemos celebrado la llegada de la tecnología digital al cine. Desde el abaratamiento que supone en las técnicas de rodaje hasta alcanzar el último escalón de la exhibición (el que más ha costado, todo hay que decirlo, por la resistencia de los exhibidores que ven la muerte de su negocio con este avance), la técnica digital ha inundado todo el proceso del cine. Quién crea en su próxima visita a la sala que lo que está viendo es el resultado de un rollo de celuloide pasando por un haz de luz, estará equivocado. Encontrará píxeles. Quizá pronto tengamos que cambiar hasta el nombre de este espacio.
Sin embargo, ha habido una noticia en los últimos días que nos ha llamado la atención. Ya hace unos meses os contábamos la sorpresa que tuvimos cuando al revisar en DVD la película dirigida por Emilio Aragón, Pájaros de papel, nos sorprendía ver que la escena final había sido remontada y paneada con un resultado mucho más eficaz y mejorado que el que habíamos visto en el cine, evitando todo el flujo sentimentaloide que tenía originalmente.
Hasta aquí nada que objetar. Sin embargo, leemos con sorpresa que la distribuidora de la película dirigida recientemente por Roland Joffé sobre la vida de José María Escrivá de Balaguer va a remontar la película por completo de cara a su estreno en los países de Latinoamérica.
Bien, hasta aquí tampoco ha nada extraño, pues toda obra es mejorable y de toda la vida en las películas se han hecho remontajes y adaptaciones para los distintos públicos y mercados. Pero es que en esta ocasión el cambio está en eliminar la figura del padre Escrivá de Balaguer para potenciar la historia entre los otros dos protagonistas del film. Hasta que punto es así, que el fundador del Opus Dei ha desaparecido del nuevo cartel diseñado para su exhibición.
Aún sabiendo que esta decisión es un acierto respecto a la calidad de la obra, ya que flojeaba tremendamente en la parte biográfica, ¿a qué debemos atenernos ahora como espectadores? De acuerdo, siempre han existido los remontajes, los director's cuts y demás zarandajas, pero es que a partir de este momento será imposible hablar de esta película con espectador argentino o mexicano porque no será la misma. Ni que decir tiene de los que escribimos críticas de cine. ¿Qué pensará un lector de nuestra reseña en la que dedicamos párrafos a un personaje que apenas sale en la película que ha visto?
En esta ocasión, la digitalización del medio ha provocado una facilidad para la alteración de la obra que no estamos del todo seguros que vaya a provocar un beneficio para el espectador. ¿Estamos asistiendo a una nueva era del cine en la que las películas se estrenarán con número de versión, como el software o los videojuegos? ¿Se estrenará en Latinoamérica la película de Roland Joffé como Encontrarás Dragones 2.0?