En estos tiempos en que se ha puesto tan de moda el género de los documentales, en que proliferan con extrema generosidad los biopics, y en que el mundo del cómic se ha revelado como una de las mejores fuentes de inspiración para el cine, la llegada de American Splendor cumple con varias de estas demandas a la vez, y además de una forma genuina. No podría haberse hecho de otra, tratándose de Harvey Pekar, uno de los fenómenos del cómic underground que le convirtieron en un autor de culto en los 80. Pese a ello, esa condición no le permitió dejar la triste vida de archivador que había contribuido en parte a la creación de su desencantado personaje, que no era si no el reflejo de sí mismo en una revolucionaria y pintoresca autobiografía caricaturizada con la que por su irónica realidad supo hacerse con un grupo de fieles. No le harían nadar en la abundancia, pero le permitirían tener un motivo para seguir tirando de su vida y al mismo tiempo sus señas se conservaban intactas.
Lo que las viñetas que él ideaba tenían de ruptura de normas debía reflejarse igual en una difícil adaptación fílmica, y tras muchos intentos finalmente se encontró la ocasión de llevarlo a cabo. Curiosamente, uno de sus acérrimos lectores, el productor Ted Hope cuya filmografía se desarrolla entre títulos independientes como Happiness, The Brothers McMullen, The Wedding Banquet, La Tormenta de hielo o En la habitación, tras varios intentos de participar en las diversas acometidas que no lograban ceñirse a lo que el proyecto exigía, encontró finalmente el momento y modo oportuno. Encomendando la dirección al dueto de directores que compone el matrimonio Shari Springer Berman & Robert Pulcini, ambos eran conocidos por sus excéntricos documentales Off the Menu: The Last Days of Chasen's and The Young and the Dead, y sabían captar a la perfección lo que debía hacerse: "Harvey detesta las reglas, y creo que eso se refleja en su trabajo. Tratamos de encontrar un vehículo que reflejara la rebeldía con la que Harvey hacía sus viñetas." (Pulcini).
Esto, se traduce en un rodaje que sin perder estilo en su fotografía real y cotidiana (contribuye una banda sonora con ocasionales tonos de jazz representando a una de tantas aficiones del protagonista), no duda en alternar la voz en off de la narración del auténtico Harvey Pekar, con tomas en que él mismo sale haciendo las grabaciones e intercalándolas con entrevistas explicativas. La propia película se quiebra a veces, alejando la cámara y observando el rodaje para atender de nuevo a las historias de Pekar y contraponer así en tono documental los detalles de la narración. Cuando en ella le llega el turno de relatar las apariciones con Letterman, en un cambio tan llamativo como bien llevado Paul Giamatti (candidato ideal al pueto en su recreación excéntrica y cascarrabias) deja paso a las escenas originalmente grabadas del show de la NBC para dar cuenta del rigor biográfico con la misma proximidad que se buscaba en los guiones de American Splendor.
Portada que recoge el fin de las apariciones de Pekar en el show de Letterman
Igualmente, en lo que atañe a la inmersión de Pekar en el noveno arte, los cruces de viñetas y reflexiones inyectadas en tinta parando la imagen van dándole ese aspecto rayante al underground que sigue adecuándose a la perfección. Puede que todos estos quiebros a la estructura cinéfila, por más que paralelos cómic, no sean del gusto de un público mayoritario. Ver a Giamatti rescatar una parte tan descartada de la estética del medio, con sus miserias jalonando el paso de sus días, le hace más entrañable y comprensible, y unido en pareja de despropósito con Joyce Brabner (interpretada por Hope Davis y la propia Joyce en las entrevistas), resultan tan extraños y patéticos que se hace difícil no quererlos. Con ellos como equipo se muestra su evolución a la que la inserción de sus alter ego reales remata en realidad. Como explica Pulcini “Harvey es el estereotipo de toda persona con capacidad artística y creadora que se encuentra atrapado en un trabajo donde no puede desarrollarse, pero a pesar de todo, encuentra la forma de expresarse". Aquí se logra entender su mundo y, en contraposición, el externo, algo que hace que ésta cinta sea además de original reveladora, imprescindible para los amantes del cómic.