El mundo de los retornos se mantiene en constante movimiento. La vuelta a la actualidad de bandas que en determinado momento aparcaron su actividad para que sus componentes buscaran otras alternativas es un fenómeno que, posiblemente, nunca tendrá fin dentro del rock.

En esta ocasión, se trata de Asia, por suerte (y por fin), un regreso con la formación original después de que su alineación sufriese diversas alteraciones con el constante desfile de diversos músicos.

Con motivo de la celebración del 25 aniversario de la edición de su álbum debut, de título homónimo, los fundadores de la banda, Geoff Downes, teclados; Steve Howe, guitarra y voces, John Wetton, bajo y voz solista y Carl Palmer (batería), se reunieron para realizar una gira mundial y conmemorar el acontecimiento. Al parecer, la química volvió a surgir entre los cuatro componentes. Tanto así, que decidieron volver a introducirse en un estudio para componer nuevos temas y programar su vuelta a lo grande, ansiosamente esperada por sus seguidores.

El resultado lleva por título Phoenix, no se si haciendo a propósito la típica alusión al resurgimiento de sus cenizas como suele decirse. Una cosa si es cierta, el contenido del álbum lleva todos los ingredientes para satisfacer a los fans del grupo más acérrimos.

Más allá de establecer comparaciones con un pasado cuyo horizonte queda muy lejano, lo que cuenta es la actualidad y en este aspecto, la creatividad del grupo aparece a un nivel más que aceptable. Estamos ante un trabajo que muestra unas características inherentes al sonido que siempre ha desarrollado la banda. Algo que se percibe nada más escuchar los primeros compases del tema que abre la grabación, Never Again, sumergida en los arquetipos más clásicos del grupo y la inconfundible voz de John marcando las directrices. Precisamente, las partes vocales tienen un predominante protagonismo a lo largo de la grabación. Por supuesto, con el apoyo de una instrumentación rica en matices aunque evitando la excesiva complejidad. Son canciones que transpiran romanticismo y que envuelven la atmósfera en una delicada y sutil armonía, como se puede apreciar en, Nothing’s Forever, Heroine y I Will Remeber You, algunos dotados de un aroma melancólico.

También se nota que muchas composiciones buscan un acercamiento a la faceta más comercial del grupo, a las raíces que constituyeron la base de su éxito. Eso se refleja sobre todo en Alibi y Sleeping Giant/No Way Back/Reprise, este último con una parte central de lo más pegadizo del álbum.

En realidad, Phoenix viene a ser algo así como la unión de las dos vertientes en que se fundamenta la dinámica de los británicos. Tenemos, por una parte, la faceta melancólicamente romántica y, por otra, la rítmicamente comercial.

Al final, el disco termina resultando brillante pero algo empalagoso, ajustándose a un hilo argumental concreto sin buscar la sorpresa, decantándose hacia lo seguro.