Lightning Strikes Again, marca la vuelta de los norteamericanos Dokken con un álbum de estudio después de su Hell To Pay de 2004. Por ser considerado como uno de los grupos líderes en su estilo en la época dorada de los 80, la publicación de un nuevo trabajo siempre causa expectación. Lo cierto es que nos encontramos ante una grabación que, obviamente, mantiene ciertas esencias del sonido característico, aunque el paso del tiempo se deja notar en algunos aspectos.
Ante todo, la voz de Don Dokken ya no tiene la fuerza de sus mejores momentos, así que, la alternativa ha sido la de facturar composiciones que no le obliguen a esfuerzos excesivos. En determinados momentos, se apoya en algunos efectos para enmascarar sus actuales debilidades y, aunque pueda parecer una contradicción, en algunos temas hasta resulta positivo, como en el caso de Disease, una canción en la que, además, destaca la labor del batería Mick Brown, con una pegada muy al estilo de John Bonham.
Por otra parte, tenemos el excelente trabajo de Jon Levin a las guitarras, quien aporta unos perfiles mucho más orgánicos que los de aquellos tiempos ochentenos donde las guitarras, en ocasiones, abusaban de un sonido excesivamente tecnificado. La efectividad de la guitarra, es la principal base que sostiene y encaja las piezas de toda la grabación
La primera parte, con la inicial Standing On The Outside, de referencias rítmicas propias de AC/DC, con el clásico recorte de riff; la pegadiza Give Me A Reason, y el medio tiempo energético Heart To Stone, además de la mencionada Disease, forman un poker de canciones ganadoras que dan jerarquía al disco.
Lamentablemente, y a pesar de las continuas demostraciones de habilidad a cargo de Jon, el álbum entra en una espiral más discreta, con baladas de escasa sustancia (How I Miss Your Smile, I Remember) y medios tiempos asténicos demasiado previsibles, como Oasis, Point Of No Return, Judgement Day, It Means, Release Me y This Fire, que dejan al descubierto las limitaciones actuales de Don.
En conclusión, un trabajo que empieza con excelentes perspectivas pero que poco a poco va desinflándose hasta resultar monótono en su tramo final. Si hubieran logrado mantener en todo el disco el brillante pulso que ofrecen las primeras canciones, estaríamos hablando de otro clásico de Dokken, sin embargo, la originalidad y el carisma van perdiéndose hasta diluirse en una dinámica de tonos convencionales.