Contadnos un poco de la historia del grupo. ¿Cuándo y cómo se forma Zoé?
Los cinco prácticamente nos conocemos desde que éramos muy jóvenes, más o menos desde que teníamos 15 años. Éramos todos de la zona de Cuernavaca y tocábamos nuestros respectivos instrumentos, pero no fue hasta que llegamos a México D.F. que conocimos a Rodrigo, nuestro batería, y fue entonces cuando Zoé tomó forma en serio. Desde entonces han pasado diez años, y nos gusta pensar que seguimos en plena forma.
¿Por qué el nombre de Zoé?
Era el nombre de una chica con la que salía uno de los miembros del grupo hace tiempo. Nos gustó mucho la sonoridad del nombre, y también su brevedad, así que nos lo apropiamos.
El título tan largo de vuestro nuevo álbum, así como alguna de sus canciones, parecen indicar claramente que estamos ante un disco conceptual. ¿Por qué elegisteis esa opción?
Bueno, en principio no iba a ser un disco conceptual, para nada. Lo que pasa es que a medida que íbamos construyendo las canciones nos dimos cuenta de que había algunas imágenes que se repetían, un cierto tono común, y acabamos por decidir hacerlo de este modo, más que nada en homenaje a discos de ciertos grupos o cantantes que nos han marcado mucho: Pink Floyd, The Flaming Lips, David Bowie... Además, originalmente iba a llamarse sólo Memo Rex, pero ese término ya es una marca registrada. Entonces empezamos a jugar con palabras que acabaron por dar pie a un personaje que en la portada del disco no sabes cómo es, pero sabes que está ahí, y también sabes que el disco relata el viaje introspectivo hacia el corazón de ese personaje.
¿Qué proceso seguís a la hora de crear vuestras canciones?
León es el encargado de componer las canciones, y también se encarga de buena parte de la música.
Sus letras resultan bastante enigmáticas, echando mano de imágenes muy literarias, por ejemplo relacionadas con la ciencia ficción, las máquinas, etc.
(León) Bueno, aunque consumo bastante literatura yo no diría que me influya un estilo o un autor literario determinado. Más bien me doy cuenta de que cuando voy a escribir una canción acuden a mi mente determinadas imágenes de la ciencia ficción, pero más provenientes del cine fantástico que de una novela. De ahí saco buena parte de mi inspiración.