Persecución implacable. Esas dos palabras podrían resumir los últimos años vividos por los miembros de Soziedad Alkoholika. La Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), agrupaciones locales del Partido Popular y periodistas conservadores quisieron ver en las letras del grupo reflejos de los comunicados de ETA. En principio, el quinteto tuvo que soportar palabras gruesas y la suspensión de algunos conciertos. Fue en noviembre de 2006 cuando afrontó una demanda interpuesta por la AVT por “enaltecimiento del terrorismo”. La sentencia de la Audiencia Nacional fue absolutoria. Meses después, el Tribunal Supremo confirmaba aquella decisión. Sin embargo, algunos todavía actúan tomándose la justicia por su mano.
Era normal que todas estas vicisitudes pasaran factura al grupo. Entre la edición de Tiempos oscuros, el anterior trabajo de los vitorianos, y la llegada de Mala sangre han transcurrido casi cinco años. Corrosiva (2006), un DVD y CD en directo, aplacó la sed de los seguidores, pero musicalmente sólo sirvió para documentar un repertorio que la banda machacaba desde hacía un lustro. Así, tras superar el trago judicial, la banda necesitaba avanzar.
Ese paso adelante no llega en el terreno musical, puesto que la propuesta de Soziedad Alkoholika continúa sonando potente, veloz y contundente, pero sí en aspectos de producción, publicación y distribución. En primer lugar, destaca el fichaje por un sello de prestigio internacional, Roadrunner, que les lleva a compartir discográfica con Cavalera Conspiracy, Machine Head o Megadeth, entre otros. Por otro lado, la mezcla y masterización del álbum ha sido obra del danés Tue Madsen, conocido en el mundo del metal por sus trabajos para bandas como The Haunted, Ektomork y Sick Of It All.
En el disco destaca la poderosa sección rítmica, con el bajo crepitante de Pirulo (“Intactos”; “Mi rabia”) y un Roberto que vuelve a demostrar que es uno de los mejores desgastando los parches de su batería (“Solicitud de condena”; “Punto y seguido”). Javi y Jimmy ejecutan los riffs y solos de guitarra (acelerados en “Dirección propia”, cortantes e hirientes en “Nadie”), mientras Juan desgrana, de forma inteligible, un discurso plagado de denuncias políticas y sociales, donde las religiones (“Dios Vs. Alá”) y la guerra (“Sangre al fin”; “Por el odio”) son el principal blanco de las críticas.
Joao Gordo (Ratos de Porão) y Violadores del Verso, que sirven rimas y ritmos en “Política del miedo”, son los invitados de un disco que podría llevar a Soziedad Alkoholika más allá de las fronteras del estado.