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Bon Jovi: ¿por fin un poco de respeto? - noticias de musica
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Bon Jovi: ¿por fin un poco de respeto?

Atípico consenso tras su actuación en Barcelona

Un artículo de Redacción || 03 / 6 / 2008

"Bon Jovi triunfa en Lisboa", titulaba ABC el pasado domingo 1 de junio, pocas horas antes de que los de Nueva Jersey actuaran en España en su única visita programada a nuestro país. Era el preludio de una inusual lista de halagos, tras años de críticas contradictorias que tan pronto se centraban en el supuesto único reclamo estético del líder de la banda (al tiempo que otros le achacaban un interpretable exceso de años), o que cuestionaban su cambio de género mientras sorprendentemente se les acusaba de hacer siempre lo mismo.

Pero como privilegiado medidor de la exhibición de rock y actitud del pasado domingo, tenemos el repertorio de alabanzas recibidas que sorprende para un país que ha tratado injustamente a un grupo de la trayectoria y categoría de Bon Jovi. Algo que por su parte explica su pérdida de protagonismo en España desde mediados de los 90, y de cómo ha terminado por reducir su apoyo a un amplio ejército de fans inquebrantables que por si solos pueden llenar un estadio contracorriente.

"Bon Jovi conmociona el Estadi Olímpic con una lluvia de éxitos", titulaba El Periódico de Cataluña. "Bon Jovi arrasa en Barcelona", era el enfoque de La Vanguardia. En la crónica de El País, medio de un grupo sometido excesivamente a las modas como demuestra que la edición española de Rolling Stone haya mordido con desorientada saña en los últimos años a Bon Jovi (cuando el nombre de la cabecera hace referencia al mítico grupo de Jagger, quien en no pocas ocasiones ha reconocido su admiración a Jon y compañía), tampoco escatimaban en elogios: "Venían avalados por un concierto en Lisboa, donde se convirtieron en los triunfadores del Rock in Río, y visto lo visto en Barcelona, no es de extrañar.". Poco después la crónica añadía "la noche resultó triunfal, más incluso que la protagonizada por los Stones en su última visita al Olímpico". Con todo no evitaban colar algo de su descentrado tono crítico ponzoñoso, propio de la filosofía antes descrita y que eleva a tono trascendental las modernidades del momento despreciando éxitos de intemporalidad demostrada: "Nada que objetar a una música pensada sólo para eso, para llegar a mucha gente por encima de cualquier otra consideración".

Más frío, desinformado y tirando de tópicos resultó el artículo de El Mundo, si bien la edición del día anterior había dado más repercusión al concierto en Lisboa (aunque allí tampoco hicieron referencias a la contundente acogida de su público): "Demasiado para un heavy [...] habrían pensado algunos de sus primeros seguidores si hoy lo hubieran visto mover las maracas mientras cantaba 'Faith'". El texto evita los calificativos en vista de que la realidad impide la crítica en esta ocasión, dejándola velada, y alcanza su punto culmen en el cierre: "Barcelona ha sido su única escala en España, país en el que ya actuó hace cuatro años, también en una cita única". Así que para el redactor la visita de hace cinco años sólo les llevó o a Madrid o a Barcelona, los dos destinos en que realmente actuaron.

Volviendo a los elogios, es justo afirmar que estos tuvieron mucho que ver con la misma razón que hizo que el concierto en Montjuic fuera creciendo intensidad con el paso de las canciones: el grupo recibió una extremadamente cálida bienvenida en que a la legión de fans autóctonos (es decir, los venidos de todos los puntos del país) se le sumaron aquellos que se acercaron de otros países aprovechando el atractivo de la ciudad y del escenario. Así, los medios pudieron captar lo mismo que la banda apreciaría poco después: una avidez de Bon Jovi que supieron expresar desde mucho antes que iniciara la actuación con una euforia contagiosa. Incluso el más escéptico tuvo que plegarse a esa multitudinaria expresión de afecto que se convirtió en delirio a medida que el grupo reaccionaba emocionado por el recibimiento.

¿Se mantendrá esta buena relación con la prensa española? Difícil. La tendencia a plegarse a los intereses de las distribuidoras más interesadas en la rentabilización de apuestas inferiores (desde grupos españoles de talla muy limitada a 'chiquilicuatres' y canciones del verano) en conjunción con la dogmática reducción del respeto a U2 y Springsteen hace pensar que esta buena relación durará poco.









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