Si cualquier grupo luce en su salida a escena al ser recibido por sus fans, el fenómeno alcanza el paroxismo cuando hablamos de uno que lleva acumulando seguidores más de veinte años, cuando el escenario es de más de 50.000 personas, y cuando quienes le esperan llevan, no ya 10 horas de colas y molestias para verles desde primera fila, sino años acumulando ansiedad por volver a atender a su impagable directo.