No necesitáis presentación en Argentina, pero ¿cómo explicarle a un español a qué suenan Los Piojos?
Bueno... lo nuestro es rock. Tenemos elementos de la música del Río de la Plata como el tango y el candombe, pero, básicamente, la potencia y el sonido son de rock. ¡Rock Piojoso!
Los críticos coinciden al destacar la importancia que tiene en vuestro estilo la incorporación de ritmos del folklore rioplatense. ¿Cómo llegasteis a elaborar ese cóctel?
Sencillamente, por no darle la espalda a la música que aquí suena en la calle, en un taxi, por las noches en la radio de un sereno, en una verdulería. A veces uno encuentra grupos cuyo objetivo es sonar como la última banda inglesa. No es nuestro caso. Buscamos nuestro propio estilo.
20 años de vida os han servido para ser teloneros de los Rolling Stones, estar presentes en el homenaje a Maradona y para actuar con Manu Chao. ¿Qué momentos de la trayectoria de Los Piojos consideráis más importantes?
¡Vos los encontraste mas fácilmente que yo! Creo que estos tres fueron maravillosos. Oír de boca de Jagger “Los piojous… good!” es algo difícil de transmitir porque he pasado miles y miles de horas escuchando a los Stones. Tener de invitado rapeando a Manu Chao en Buenos Aires fue otra joya del destino, desde una vez en que viajamos a un festival en los suburbios de París en el '91 en que compartimos cartel con Mano Negra. Y que Diego viniera en el '99 por primera vez a vernos, desde un costado del escenario, y verlo ahí, con los brazos en alto sosteniéndose de unos caños que formaban la estructura, sonriente, emocionado, y después saliendo a agradecer ante la incredulidad y delirio de la gente… Esos sin duda han sido momentos inolvidables. Y atesoramos muchos otros, quizá menos espectaculares, pero sí muy emotivos.
Hicisteis la presentación del último disco, Civilización, recorriendo el centro de Buenos Aires subidos en un camión. ¿Os gusta unir la música y la provocación?
No lo hicimos como provocación. Sí lo vimos como una excelente forma de que todo el mundo aquí se enterara de la salida de nuestro disco. Pero lo vivimos como una fiesta. Fue increíble. Los camareros saliendo a bailar con las bandejas, los oficinistas colgando de las ventanas revoleando sacos y corbatas, los motociclistas agrupados (eran como sesenta, son los que llevan envíos, aquí se llaman moto-flet) tocando bocina al ritmo, la gente que salía del metro y venía corriendo por las grandes diagonales cuando rodeábamos el obelisco en la gran avenida 9 de julio. Tocar la armónica con el sol detrás en medio de las avenidas y el público que crecía caminando junto al camión. Fue grandioso. Fue llevar el rock a la calle nuevamente. Después hasta hicieron un aviso televisivo usando esa idea. ¡Qué no fue mía! La tomé justamente al recordar que una vez lo habían hecho los Stones en Nueva York, presentando Sticky Fingers... si no me equivoco.