Después de casi treinta años de carrera muy pocas bandas clásicas se atreven a innovar u ofrecer algo diferente y Def Leppard desde luego no son una excepción.
El nuevo álbum del quinteto británico posee al cien por cien el sonido clásico del grupo y podría entenderse como un tímido retorno a su sonido más roquero, por lo menos desde el álbum Euphoria de 1999. Después de algunos años dispersos entre álbumes de versiones (Yeah! de 2006), recopilatorios varios, DVDs y algún disco realmente flojo, (caso del olvidado X de 2002) parecen querer volver a sus raíces, eso es, a su época más hard roquera, porque desde luego los tiempos más netamente metálicos de principios de los ochenta son ya cosa del pasado, como bien saben todos sus fans. Y es que aunque Def Leppard hayan tenido una carrera autocomplaciente como pocas no se les puede negar que hayan seguido al pie del cañón durante casi tres décadas pasando por momentos realmente difíciles como la pérdida de un brazo de su baterista Rick Allen (continuando en la formación hasta la actualidad) o la muerte del guitarrista Steve Clark a principios de los noventa.
Songs from the Sparkle Lounge nos ofrece el típico hard rock pulcro y estilizado de la banda de Joe Elliot y Phil Collen, con algunos buenos temas como la canción que abre el disco, Go, con un toque mas moderno, la delicada e interesante balada Love (con una parte intermedia lograda y más rítmica, con cierto aire a Queen), la cañera Bad Actress (junto con el primer tema las dos más potentes del disco) o la pegadiza y primer single del álbum, Nine Lives, en donde colabora el cantante de country americano Tim McGraw.
Los demás temas podrían describirse como los clásicos medios tiempos marca de la casa que tanta fama les dieron en el pasado (baste recordar verdaderos hits ochenteros como Photograph, Hysteria o Let´s Get Rocked), entre los cuales cabría remarcar Hallucinate o Come Undone, con un toque algo más guitarrero y quizás también el que cierra Gotta Let It Go, eso sí, siempre sin perder ese toque comercial que tan bien saben imprimir los británicos.
En definitiva, el nuevo álbum de Def Leppard no ofrece nada realmente excitante pero por lo menos vuelve a ser un álbum que se escucha de una tirada y que sin duda agradará a todos sus incondicionales. Y eso para muchos ya es suficiente.
Como curiosidad remarcar que pese a la belleza y ampulosidad (su título probablemente haga referencia al escenario teatral de la portada del álbum, no exenta de cierto aire nostálgico) del artwork del disco, en el booklet no vienen las letras de ninguno de sus cortes.