Después de las buenas vibraciones que dejó su debut Sundowning, los estadounidenses de Long Island, This Is Hell, vuelven a atacar las neuronas de los aficionados con otro contundente álbum de electrizante atmósfera, con sus acordes frenéticos, corrosivas guitarras y voces histéricas.
Misfortunes, nos invita a un acelerado viaje a través de unos pasajes de dinámica hipnótica recurrente y ánimos exaltados, encajados en una vorágine rítmica turbadora donde las armonías inflamadas compiten con una garganta que escupe odio y cuyo responsable, Travis Reilly, se erige como uno de los elementos esenciales del sonido del grupo.
Es una grabación que desprende una vitalidad desestabilizadora y que, desde su crudeza hardcoriana, alcanza horizontes metálicos fruto de sus vigorosas y corrosivas guitarras, administradas con un criterio moderno por Rick Jimenez y Chris Reynolds.
Quizá sus bases tiendan a la reiteración de esquemas pero no es un obstáculo para disfrutar de su contagiosa intensidad; además, también saben sacar partido del bajo manejado por Johhny Moore, con interesante presencia en Resuscitatey Fearless Vampires entre otros cortes. A todo esto, la batería de Dan Bourke solidifica las estructuras con un aporreamiento de inquebrantable musculatura. Definitivamente, se trata de un disco que exhibe una exquisita desafinación y nos muestra un espíritu robusto y transgresor impregnado de dramatismo.
Estamos ante una banda cuya propuesta se nutre de influencias del hardcore clásico pero que sabe adaptarlas con habilidad para darles un enfoque que encaja perfectamente con patrones más actuales. Aquí no hay contemplaciones para vocalizaciones melódicas ni filigranas guitarreras, todo es directo e iracundo, pura adrenalina.