Es extraño y fascinante la cantidad y la calidad de música que alberga una isla tan grande (extensión) y a la vez tan pequeña (población) como Islanda. De entre los 280.000 personas que ahí viven han salido músicos de la talla de Bjork, The Sugarcubes, Hilmar Örn Hillmarson y los que aquí nos ocupan: Sigur Rós. Los islandeses vuelven con un nuevo trabajo bajo el brazo después de encandilar con su sonido atmosférico de carácter apacible y crepuscular gracias al éxito y proyección internacional de Takk.
Ahora regresan con el impronunciable Med Sud I Eyrum Vid Spilum Endalaust, con el que han cambiado, de forma moderada, el sonido realizado hasta la fecha. Si sus anteriores trabajos parecían estar compuestos con los últimos rayos solares, cuando el atardecer y el frío asolan un territorio remoto y casi abandonado, este nuevo álbum parece estar compuesto con las primera filtraciones solares del alba. Ese es el principal cambio perceptible, pero eso no se nota sólo con el estado de ánimo que a uno le invade, sino también por la configuración del sonido. Hasta ahora destacaban por su atmósfera de carácter épico, en dónde los diferentes instrumentos (muchos de orquesta) se iban encontrando hasta llegar al clímax musical. Ahora estos cobran más importancia por separado, se escucha mucho piano (la canción Ára Bátur es ejemplar) y guitarras, pero en un plano separado del resto.
Por otro lado hay un tratamiento mucho más profundo de la voz, no ya por su presencia continua, sino por el tratamiento que se le da y los niveles a los que llega su cantante. Hay un conjunto de canciones que sobresalen del resto, como la ya citada Ára Bátur, composición que se inicia con la sola presencia de un piano y de una voz que van creciendo "in crescendo" hasta un apoteósico final de coros e instrumentos de percusión. También destaca ese inspirado e alegre canto musical que es Inní mér syngur vitleysingur. Luego es el turno de Vid Spilum Endalaust, quizás el tema que más se ajusta a los parámetros pop, hasta el punto que podría pasar por una canción de Coldplay. O la majestuosa All Allright, sustentada en un solo de piano, y cantada por primera vez en inglés.
En líneas generales siguen por el camino marcado por sus discos precedentes, con su particular toque absorbente y cautivador . Pero esta vez, la sensación que deja tras su escucha no es de absoluta tristeza y soledad, si no que hay un vuelco hacia un repunte de luminosidad. Es pronto para avanzar si es un paso adelante, por el momento, es una prueba más del potencial de Sigur Ros, y una señal de que no quieren estancarse.