Hay que sacarse el sombrero ante personajes como Lemmy Kilmister y su inagotable capacidad para reinventar fórmulas sin renunciar a sus principios estilísticos después de cerca de 30 años de carrera.
Los años y las modas pasan pero Motorhead permanece impasible como una institución fiable y valor seguro en tiempos de crisis. Fieles a la cita periódica con sus incondicionales seguidores, nos entregan otro puñado de composiciones en consonancia con su trayectoria.
Motorizer, ratifica la solidez de una formación siempre liderada por Lemmy (bajo y voz, quien no lo sabe a estas alturas), Mikkey Dee (batería) y Phil Campbell (guitarra), cuya eficacia ya quedó demostrada en sus anteriores grabaciones, Inferno y Kiss Of Death.
Ahora, nos vuelven a mostrar las cualidades que han forjado su leyenda con un álbum que, sin salirse de su habitual guión conceptual, recupera parte de su legado en cortes como Rock Out, Buried Alive, English Rose o Time Is Right, pero que también aporta algunas muestras de su resolutiva habilidad para evitar la reiteración de esquemas.
Entre los aportes que incluyen elementos algo desmarcados (sin exageraciones) de su habitat natural, podemos citar Touch You How To Sing The Blues, When The Eagle Screams, o la frenética Back On The Chain.
Otras composiciones, están sujetas a ritmos más cadenciosos y machacones, como, One Short Life, Heroes, o The Thousand Names Of God, donde combinan el sonido clásico con cierto revestimiento metálico impuesto a costa de musculosos y corrosivos riffs.
La grabación, obviamente, está dominada por una poderosa dinámica rítmica, pero no se olvidan de sazonarla con vitalistas y desequilibrantes solos a cargo de Phil. No falta, por supuesto, el inigualable magnetismo vocal de su líder y la compacta pegada de Mikkey.
Dotado de la cautivadora efectividad con que suelen estar impregnados los trabajos del grupo británico, el álbum muestra un espíritu tan continuista como revitalizado.
A esto se le llama saber envejecer con orgullo.