No debe de ser fácil decidir cambiar un sueldo seguro por la inestabilidad inherente a la creación musical. Kurt Wagner, la peculiar voz y cabeza pensante de los norteamericanos Lambchop, lo hizo. Dejó su duro trabajo como instalador de suelos de parquet y se entregó totalmente a su banda, que ya contaba con seis discos en el mercado. Se tomó la composición como un oficio y se lanzó a la tarea de escribir una canción cada día, desde el verano de 2002 hasta la primavera de 2003. Esta prolífica tarea quizá explica que el nuevo trabajo de Lambchop no sea un disco, sino dos. Eso sí, se venden en un solo paquete al precio de uno y medio.
El denominador común de ambos trabajos, “Aw, C’mon” y “No, You C’mon”, es la voz curtida en nicotina de Kurt Wagner y los precisos y bellos arreglos interpretados por una banda de catorce músicos y algunos invitados. Sin embargo, los dos álbumes guardan algunas diferencias. “Aw, C’mon” suena íntimo, sobre todo gracias a los arreglos de cuerda interpretados por The Nashville String Machine. Aquí es donde la banda ahonda en la etiqueta del “pop de cámara”, muy ligado al soul que abanderaban en su trabajo “Nixon” (2000).
“No, You C’mon” parece más un campo de experimentación. Jugueteando con el jazz, el country o unas guitarras más potentes de lo acostumbrado, se desgranan historias sencillas (por ejemplo, “About my lighter” explica las misteriosas desapariciones de mecheros a las que todo fumador debe estar acostumbrado).
Ambos discos quedan salpicados por seis composiciones instrumentales, algunas de ellas escritas para la nueva banda sonora de la película muda "Sunrise" (Amanecer) de F. W. Murnau, presentada en el Festival de cine de San Francisco. Estos temas, sobre todo en el caso de “Aw, C’mon”, son los más pegadizos y animados.
Se trata de una doble ración de chuletas de cordero, con salsas diferentes, pero que dejan un gran sabor de boca. Por cierto, es un menú que se podrá degustar en directo en España el próximo mes de mayo. Para chuparse los dedos.