Encarar el segundo disco supone para muchos grupos una prueba de fuego más crucial que el propio LP de debut. El segundo trabajo acostumbra a servir, a modo de criba, para que el público y la crítica determinen si vale la pena seguir de cerca al conjunto en cuestión. Ante el peligro de caer en el olvido, la mayoría de bandas optan por dos caminos. O bien intentan dar un giro respecto al trabajo previo, o bien siguen por las mismas pautas que los han llevado de vuelta a un estudio. Los gallegos afincados en Barcelona, Catpeople, parecen haber seguido la última opción parar abordar su segundo largo titulado What’s the time Mr. Wolf?, y la jugada parece haberles salido bien. Los de Vigo han creado un trabajo destacable, con un mayor refinamiento sonoro, y un ostentoso trabajo en producción (con la ayuda Blind Joe's), mayor, aún si cabe, que el realizado con Reel 1# (2006).
What’s the time Mr. Wolf? se construye a base de canciones pop sofisticadas y con un claro acento anglosajón, no sólo por el idioma de sus letras sino también por la envoltura formal. La obertura de sintetizadores que describe la neblina de una ciudad como Vigo, bajo el sonido de unas gaviotas y la clara influencia de Angelo Baladamenti, marcan el inicio de Strumble in Vigo, tema con el que Catpeople pone toda la carne en el asador. Logra trasmitir a partir de los arreglos musicales y la voz portentosa del cantante de Adrián Perez la nostalgia contradictoria de haber vivido en un enclave grisáceo. Tras este inicio tan prometedor, se descubre In Silence, que recuerda al sonido de los neoyorquinos Interpol, en especial por su efectivo estribillo. Entonces le llegas el turno a Sister, acercamiento a otras de las influencias de la banda como son The Cure. Su momento álgido llega con un estribillo guitarrero y su clímax final.
Tras ese triple de entrada, varias composiciones salen perjudicados en la comparación, pero que no dejan de ser buenas muestras de observar la capacidad vocal del cantante. Adrián cambia de registro en diferentes ocasiones, pero en todas ellas, mantiene una voz entre cortante y paralizante de enorme potencial. Sí se puede destacar Coohagen, como una tímida aproximación experimental con violines y sintetizadores que emiten epilepsias psicodélicas, que aparece justo antes del turno de la bonita y rica Golden Swan. En ella las referencias ochenteras hacen olvidar a Interpol y Editors, y construyen una hermosa pieza resuelta con una esmerada producción que se asemeja en algunos parajes a sonidos neoclásicos. Quizás un acercamiento a otros tonos más alejados como serían Sigur Ros.
El álbum desaparece con la misma brillantez que se iniciaba con End title. Tras el último suspiro de sintetizadores, acompañado por la voz cálida y recogida del cantante, le invade a uno una brizna de melancolía y tristeza que está presente en todo el CD, y que no desaparece del todo hasta que uno se da cuenta que en verdad Catpeople es luz dentro del panorama musical español.
El grupo ha superado con creces el difícil reto que se le planteaba con una mejora notable en su sonido, un mejor acoplamiento sonoro, y con la inclusión de pianos y sintetizadores que aportan mayor variedad de texturas. Algo de lo que quizás se han sentido demasiado cómodos, de lo que se percibe por el uso reiterativo del sintetizador. Sin embargo, esto no ensucia un álbum muy compacto, perfilado por unas cuantas canciones de indudable valor, y por otras, que sin resaltar, mantienen en alto nivel al conjunto. Podrán apuntar más alto en su tercer trabajo, pero de momento Catpeople ya ha cumplido con creces al poner sobre la mesa unas cartas envidiables para cualquier banda de la escena indie española.