Con 'La logia de la canalla' (2003) y 'No disparen al pianista' (2006) experimentaron con el tango y los ritmos balcánicos. En su nuevo disco, 'Mátame', han añadido los sonidos de una sección de vientos. Sin embargo, los miembros de Le Punk siguen empeñados en ser una banda de rock. El guitarrista Joe Eceiza nos explica sus motivos.
Como tú mismo dices, seguís siendo una banda de rock, como demuestran esos punteos de guitarra que te marcas en “Quién se acuerda de mi” o “Canción del soldado”.
Claro... al final, somos un grupo de guitarras. Quizá en “No disparen al pianista” estaban más escondidas para favorecer el sonido de los arreglos de otros instrumentos que nos apetecía meter y a los cuales podíamos acceder porque estábamos en una multinacional y teníamos algo más de dinero. Quisimos aprovecharlo y pienso que quedó un disco muy bonito.
Una parte importante de vuestro sonido se basa en la voz de Alfredo. Ahora que no te oye... ¿qué piensas del trabajo que ha hecho en Mátame?
Creo que ha hecho un trabajo impresionante. Él ha sido guitarrista toda la vida, como en Buenas Noches Rose, pero fue en Le Punk donde empezó a cantar, aunque antes ya había grabado algunas cosas. Pero durante este periodo ha mejorado mucho y en el último disco eso se ha notado. Además, en comparación con el resto de álbumes, Mátame lo ha grabado mucho más cómodo. Muchas veces, como en el disco anterior, las voces se graban al final y muy rápidamente. Ahora ha podido grabar más a gusto y relajado... y eso se puede escuchar en el disco porque ha cantado muy bien.
... y tú también te has atrevido a cantar en dos canciones...
¡Qué poca vergüenza tengo, Dios mío! Personalmente, a veces cogía la guitarra, me iba a un garito y me ponía a cantar un poco. Y ahora he hecho mis pinitos con Le Punk. Por ejemplo, “He vuelto a amanecer” es una canción muy íntima que llevé al local, la ensayamos, me puse a cantarla y entre todos decidimos que la grabaría yo directamente. Tampoco sé si será una constante... bueno, no creo que lo sea. En el disco ha quedado así y en directo también me atreveré.
En vuestra página en Internet explicáis que durante la grabación invocasteis a los espíritus de Carlos Gardel, Keith Richards y Rosendo Mercado. ¿Cómo se combinan esas influencias en Le Punk?
No lo sabemos, pero al final combinan... Realmente, los tres son músicos de calle que es, al final, lo que también hacemos nosotros. Si los tres tuvieran la oportunidad de irse a tomar unas “birras” seguro que se entenderían. Con esas referencias queremos decir que la música, aparte de ser preciosa, es una forma de comunicarse. Y esa gente se entendería perfectamente...
También comentáis que estuvisteis “en un estudio chiquitito lleno de trastos que fueron fabricados antes de que ninguno de los que allí estábamos hubiese nacido”. ¿Qué beneficios tiene la tecnología analógica frente a la revolución digital?
El disco está grabado con ordenador, pero utilizar ese tipo de instrumentos tiene una magia especial. En primer lugar, porque están bien hechos. Cuando una persona se compra una guitarra del 62 puede parecer un poco freak, pero el caso es que están mejor fabricadas... y por eso también suenan mejor. Y, además, si tú has nacido en un determinado momento y has escuchado toda tu vida a Led Zeppelin y otras formaciones de rock clásico sabes que tocaban esos instrumentos. En el grupo pensamos que se ha hecho mucha música, y muy buena, pero en la cuestión del sonido a nosotros el que nos llega es ese... el sonido directo. Lo que tienen esos cacharros es que suenan así. Es alucinante. Llegábamos al estudio y probábamos con una Strato de la década de los sesenta y un amplificador. Enchufabas, dabas un acorde y sonabas como Jimi Hendrix. Y esa es una de nuestras influencias más cercanas.
Os tocó sufrir el despido masivo de Virgin-EMI. Ahora volvéis a la autoedición, aunque tenéis contratos de distribución con Warner y Universal. ¿Cómo os sentís tras vuestra experiencia con una multinacional?
Estamos muy bien. Aquella fue una experiencia bonita... de repente, te coge una multinacional y te ficha. E iban a apostar por nosotros. Al final, se la jugaron, pero se cayó el chiringuito y fue un desastre. Aunque musicalmente no rendíamos cuentas a nadie, siempre tienes la sensación de que tienes que justificar tu trabajo. Debes acabar tu disco, llevárselo a alguien y que a esa persona le guste para que trabaje a gusto y haga la promoción necesaria. Es una situación que te hace estar un poco nervioso. Como decías, ahora nos hemos autoeditado el disco con La Fábrica de Chocolate y, luego, Warner distribuye y Universal es editorial. Están ahí, pero sabiendo ya como era el álbum y conociendo el sonido de la banda. Pero la discográfica es nuestra... no rendimos cuentas ante nadie. Quizás hemos hecho algo innovador porque todos hemos puesto un poco de dinero para que salga el disco... es un negocio conjunto y todo el mundo se implica a partes iguales.
Una semana antes de su publicación, Mátame se pudo escuchar íntegramente en vuestro MySpace. ¿Qué relación tenéis con las nuevas tecnologías?
Tenemos una relación muy estrecha... y es inevitable que sea así. Yo creo que el uso de Internet es algo bueno para los artistas. Cuando en España el acceso a la red sea más barato y las líneas sean mejores, vamos a estar obligados a hacer las cosas así. ¿Cómo vas a vender un disco por 15 euros si cualquiera, desde su casa, se lo puede descargar? La persona que lo compra es porque tiene una afinidad contigo, es muy fan o le apetece tenerlo... es casi un favor. Y, aparte, es un medio de difusión impresionante. Tienes tu MySpace, tu NoMuzak o tu propia página y te puede ver todo el mundo. Para los grupos de clase media, como Le Punk, es muy bueno porque con muy poco dinero tienes una capacidad de promoción muy grande. Aunque sea simplemente con los e-mails donde anunciamos nuestros conciertos. Y, por último, te permite mantener un contacto directo con los seguidores... y a nosotros nos gusta e intentamos tener ese tipo de relación más cercana.