Calentó los ánimos del respetable con "Je t'aime... moi non plus" junto a Serge Gainsbourg. Casi cuarenta años después, Jane Birkin reflexiona desde la madurez.
Jane Birkin, nacida en Londres en 1946, no es una extraña para quienes están cerca de la cincuentena. Tras escandalizar a la sociedad bienpensante europea con su aparición en Blow Up de Michelangelo Antonioni, se trasladó a Francia. Allí conoció a Serge Gainsbourg. Los adoquines del París inmediatamente posterior a mayo del 68 fueron testigos de su tempestad amorosa. Y juntos grabaron una de las canciones más tórridas de la historia de la música, “Je t’aime, moi non plus”, donde resulta difícil ser tan explícito sin recurrir a las imágenes. Con estos datos, quizá su nombre también sea recordado por los más jóvenes.
Sin necesidad de remontarse a sus primeras grabaciones en solitario, Jane Birkin ha firmado proyectos muy interesantes desde principios de este siglo. En Arabesque (2002) se rodeó de músicos norteafricanos para revisitar el legado de su amado Gainsbourg. Más tarde, artistas como Bryan Ferry, Manu Chao y Brian Molko (Placebo) la acompañaron en Rendez-Vous (2004). Otros músicos, entre los que destacaban Beth Gibbons (Portishead), Tom Waits o Rufus Wainwright, cedieron sus composiciones para la grabación de Fictions (2006). En su último trabajo, Enfants d’hiver, la artista ha decidido dar un paso más y ha escrito todas las letras del repertorio. Aunque, según confiesa, le ha costado siete años.
Bajo la producción de Edith Fambuena (Les Valentins), compositores como Alain y Pierre Souchon, Alain Lanty o Hawksley Workman, entre otros, han construido un andamiaje sonoro por el que discurren los recuerdos, esperanzas y lamentos de una mujer que ya ha superado los sesenta años de edad. La emotividad de su voz queda reforzada con la preponderancia de los instrumentos de cuerda (“Prends cette main”, “Maison étoilée” o “14 Fevrier”) o con un simple piano que acompaña sus palabras (“A la grâce de toi” y “Pourquoi”). Otras composiciones, como “Période bleue” o “Il fait nuit”, se acercan más a los cánones tradicionales de la llamada chanson française.
“Madame” y “Enfants d’hiver” parten de la sencillez. Una con las notas de un piano, la otra con el punteo de una guitarra. Sin embargo, ambas van ganando consistencia, gracias al violonchelo o al golpeo de una batería. La única concesión a la electricidad llega con “Oh comment ça va?”, marcada por el espíritu de la Velvet Underground. Al final, Jane Birkin decide salir de su caparazón en “Aung San Suu Kyii”, una denuncia, en inglés, del régimen dictatorial de Birmania. Nada que ver con la cantinela de Carla Bruni-Sarkozy.