Tras Metallica y AC/DC, ahora, Guns n’Roses, 2008 será recordado por el año de la edición de algunos álbumes muy esperados. Aunque, Axl Rose se ha llevado el Oscar al mejor guión en la categoría de suspense.
En fin, aquí tenemos al tan esperado Chinese Democracy, un trabajo que, una vez descubierto todo su contenido, corrobora los temores que quizá han ido acumulando bastantes de sus seguidores. Estos ya no son los Guns n’Roses que conocimos, olvídense de aquella banda denominada en algún momento “la más peligrosa del mundo” que mezclaba el hard rock de referencias clásicas con una actitud punk y algunas gotas de heavy metal. Aquí, hay arreglos orquestales, pianos, electrónica y mucha tecnología, pero falta furia y rebeldía.
Este, es un proyecto nuevo pasado por el filtro del “visionario” Axl Rose. Un trabajo que no deja de ser interesante, aunque su escucha debe de abordarse con la mente limpia de recuerdos del pasado.
Por sobre todas las cosas, destaca la versatilidad de las guitarras, algo obvio si tenemos en cuenta la variada contribución que ha tenido el trabajo. Sin duda todos las participantes (ver especial) se lucen en algún momento. Otra característica es el eclecticismo de estilos que abarca, tanto así, que solo se puede calificar de rock híbrido indefinido. Y en lo que respecta a la voz de Axl, no vamos a descubrir ahora sus cualidades pero, en determinados pasajes, suena algo forzada y excesivamente producida. Y ya que hablamos de producción, se ha cuidado hasta el último detalle. Lógico, se han tomado el tiempo necesario… y más.
El inicio, con Chinese Democracy, no está mal, un vigoroso ejercicio hardrockero de musculoso riff, que da paso a una industrializada Shackler’s Revenge, con tropezones electrónicos e interesantes guitarras. Con Better, sigue el tono industrial, a medio tiempo, con varios giros estructurales y, de nuevo, las guitarras poniendo la guinda. Con Street Of Dreams, se aprecian los primeros arreglos orquestales, la notable presencia del piano y un Axl inspirado; todo muy sugestivo pero a años luz del sonido que fue santo y seña de la banda. Lo mismo sucede con If The World, diseñada en clave funky, esbozos de soul misterioso y aromas setenteros. Luego, aparece There Was A Time, con más arreglos orquestales y un entorno melancólico. Lo más flojo llega con Catcher In The Eyes, puro convencionalismo olvidable del que solo se salvan las partes de guitarra. Con Scraped, la energía sube algunos puntos, al igual que en Raid N’ The Bedouins, con Axl acercándose a los “quejidos” made in Robert Plant. La melancolía depresiva regresa con Sorry. En I.R.S. se alternan los altibajos dinámicos, al igual que sucede en Madagascar. Y para finalizar, Prostitute, otro corte donde se imponen voz y tecnología electrónica.
Como se suele decir, en la variedad está el gusto pero, de tan variado, Chinese Democracy pierde personalidad y se presenta como un laberinto del que es difícil salir con una opinión formada. Suena, si se quiere, muy técnico pero, por momentos, artificial y de formas excesivamente rebuscadas.