El nuevo trabajo del cantante sirve para redefinir, una vez más, la carrera de una de las voces más potentes del negocio musical.
Es habitual, en cualquier parte del mundo, que un grupo de amigos se reúna en un bar para tomar unas copas. En muchas ocasiones, cuando la noche ya está muy avanzada, surgen proyectos que, en ese momento, parecen geniales. La mayoría de esas ideas se olvidan al día siguiente, mientras también se intenta escapar de ese dolor de cabeza tan persistente que acompaña a toda buena resaca. Según la leyenda, Tom Jones y Bono (U2) quedaron un día en un club de Dublín (Irlanda). Empezaron a hablar de sus cosas, esas trivialidades que angustian a las estrellas de la música, y terminaron dando a luz un disco, 24 Hours.
Sí. Fueron Bono y el guitarrista The Edge quienes encendieron la mecha de este álbum al componer “Sugar Daddy”. Se trata de una de las trece canciones del nuevo álbum del llamado Tigre de Gales. Otros compositores, como Tommy James (“I’m Alive”) o Bruce Springsteen (“The Hitter”) han cedido sus temas, aunque Tom Jones también se ha decidido, por primera vez, a escribir alguna letra (la balada “The Road”, dedicada a su esposa).
Durante su larga trayectoria, más de cuarenta años sobre los escenarios, el galés ha ejercido de camaleón: despuntó como cantante en un conjunto beat, poco después se vistió de crooner, explotó su imagen de macho semental y hasta se atrevió con la electrónica. Ahora acude a los ritmos de productores renombrados para reelaborar su propuesta. Pero la fórmula no es nueva. El cantante relanzó su carrera en 1999 con Reload, un álbum forjado con las colaboraciones de intérpretes como The Cardigans, The Stereophonics o Chrissie Hynde. Para 24 Hours ha fichado a Future Cut, un dúo que empezó haciendo drum’n’bass, pero que decidió ampliar su mercado trabajando para intérpretes como Lily Allen, Dizzee Rascal o The Sugababes.
En su nuevo álbum, Tom Jones y sus ingenieros se han sumado a la ola retro-soul que causa furor en Gran Bretaña. Así lo demuestran la sección de vientos de “If He Should Ever Leave You”, el bajo penetrante de “Feels Like Music” o los coros de “Give a Little Love”. Los ritmos prefabricados hilvanan una primera parte preparada para que los jóvenes bailen. En cambio, el resto del repertorio se compone de medios tiempos intensos (“Seasons”o “Seen That Face”) que provocarán que las madres recuerden, con añoranza, esos gritos que lanzaban cuando Tom Jones se desabrochaba otro botón de su camisa.