Con este nuevo disco, Saxon se enfrentaban a una tarea realmente titánica: superar, o al menos igualar su anterior álbum: el descomunal The inner sanctus. Esta era una labor que hubiera puesto nervioso a cualquiera, pero los británicos no son “unos cualquiera”: son uno de los grupos fundamentales del heavy metal. Y además, con este nuevo cd demuestran que siguen en un estado creativo y de forma envidiable para muchos otros grupos con menos años a sus espaldas.
En Into the labyrinth encontramos influencias (o reminiscencias como se prefiera) de varias épocas del grupo. El primer single, “Live to rock” por ejemplo recuerda a aquella “Solid Ball of Rock” de 1991: un directo tema de rock duro, de efectivo estribillo. Y es que, a estas alturas de su carrera el señor Biff Byford y sus secuaces siguen teniendo un toque mágico a la hora de componer grandes canciones.
Otras canciones están impregnadas del frenesí de “Witchfinder General”, como ocurre con “Demon Sweeny Todd” un tema de ritmo infernal con el que es difícil resistirse a la tentación del headbanging. Por su parte, la épica “Valley of the kings” recuerda al corte que daba título a aquel Lionheart de 2004. La faceta más clásica de la banda queda representada por cortes como “Voices” o “Slow lane blues”, otra de las joyas de este álbum.
Para cerrar, Saxon han decidido grabar una nueva versión de “Coming home”, tema que ya apareció hace unos 7 años en el Killing Ground. Esta reencarnación - apedillada “Bottleneck version”- tiene un aire más bluesero, bastante adecuado para cerrar otro episodio de esta nueva edad dorada para el grupo británico. Así que Into the labyrinth está a la altura de su antecesor. De hecho, se trata de una obra de escucha obligatoria para cualquier amante del heavy metal más clásico.