En la entrevista que tuvimos durante su paso por el Primavera Sound, Animal Collective nos adelantaban la salida de un nuevo álbum centrado en el trabajo de estudio. En el disco en cuestión, ya en el mercado bajo el nombre de Merriweather Post Pavilion, los de Baltimore despliegan 11 temas repletos de energía y sutilezas musicales que llenará de satisfacción a los seguidores de esta banda imprevisible.
La primera sensación que a uno le invade tras la primera escucha es que Animal Collective ha subrogado las guitarras en favor de la irrupción de loops, samples y sonidos electrónicos como punto de partida de los esquemas compositivos. Con su nueva propuesta parecen querer alejarse de aquellas etiquetas que clasificaban su sonido como acid folk o freak folk. Ahora Dave Portner y los suyos se alejan de los instrumentos convencionales de una banda de folk, para experimentar, mediante la electrónica, con infinidad de texturas, bajos, reverbs y, en definitiva, sonidos psicodélicos para atrapar al oyente. Su principal mérito es la capacidad de canalizar todo el envoltorio experimental hacía unos postulados musicales que se mueven en los esquemas de la canción pop. La voz de Portner, los coros y las palmadas son algunos de sus recursos más visibles.
Los norteamericanos llevan planteando su discografía como un proceso para crear paisajes visuales a través de los cuáles el oyente pueda adentrarse en un entorno concreto. El LP que nos atañe recrea un entorno subacuático de una laguna, una laguna que parece repleta de algas, corrientes frías y cálidas, remolinos, y envuelto por una luz solar que se filtra de forma diáfana entre sus espesas aguas. Un hábitat sonoro que se descubre desde el primer instante con In The Flowers, un tema que consigue transportar al oyente a lugares inhóspitos y placenteros para sacudirle con una explosión de magia musical, que o te deja atrapado o te lanza con fuerza hacía el exterior. Sin ningún respiro se inicia la línea de órgano de My Girls, que parece obra del mismo Frankie Knuckles de Your Love. Posteriormente, ésta se aleja en un segundo plano para dejar paso al coro de voces, a las palmas y a un bajo impagable, con todo ese tono festivo que envuelve al tema. Entonces irrumpe Summertime Clothes una oda a la harmonia freak, con la que el grupo vuelve a escalar un 8.000.
También hay espacio para sonidos tribales que parecen sacados del mismo corazón de África, como es ese Lion in a Coma, que reproduce el sonido de instrumentos del continente olvidado. Otro ejemplo por donde navega su creatividad es No More Runnin, una pequeña inmersión por aguas apacibles que parece sumergirnos en una laguna aislada en donde lo único que perturba la calma absoluta son los sonidos de la fauna de alrededor. El álbum concluye con Brother Sport, otro remolino sonoro que atrapa al oyente con esa mezcla de sonido tribal a lo Guincho, con repeticiones propias del techno, y unos sintetizadores de contrapunto sonoro. Todo configurado como un excelente acompañamiento para la voz épico-festiva de Portner, Lennox y Weitz.
Merriweather Post Pavillion es un trabajo que busca los tonos épicos, sugerentes e inspiradores, y que los logra con una vigorosidad llena de matices musicales, de sonidos cuya fuente es indescifrable, y en definitiva, se obtienen de una forma que muy pocos saben llevar a buen puerto. El colectivo animal ha creado una obra que parece fruto de un encuentro psicotrópico entre Brian Wilson y Syd Barrett durante un fin de semana campestre. Y con ella, suben hasta las cotas más altas del actual panorama indie.