Nadie como Deathstars para definir el metal de enfoque futurista. El grupo sueco ha delineado unos parámetros que encajan perfectamente en un entorno dominado por la tecnología, como queda demostrado su tercer álbum, Night Electric Night, una aproximada continuación de su exitoso Termination Blis (2006), álbum que les permitió acceder a un mayor número de seguidores.
Con esta nueva entrega vuelven a demostrar su habilidad para combinar de forma eficaz los sonidos industriales con riffs de musculoso calibre, dentro de un entorno de misterioso enfoque gótico y dinámica rítmica recurrente aderezada con lúgubres interludios.
De esta forma, las oscuras ramificaciones en las que se desenvuelven las composiciones de la grabación están compuestas por coros grandilocuentes, voces de argumentos teatrales y ritmos de sincronizada efectividad.
Una parte fundamental de la propuesta se desarrolla a través de la dramática vocalización aportada por Whiplasher Bernadotte, con un registro que desdobla su personalidad y ofrece una rica variedad de texturas. Mientras, los teclados nos sumergen en atmósferas siniestras; a veces de recorridos épicos, en ocasiones impregnadas de una sonoridad tétrica.
Menos agresivo que su antecesor y con más derivación hacia los perfiles pegadizos, mantiene unas coordenadas fieles a unas determinadas características que definen claramente la identidad de la banda. Podríamos situarlos como un híbrido entre Marilyn Manson, Rammstein y Type O Negative, con delirios de ultratumba y bajo una inspiración vampírica apadrinada por el Conde Drácula como mentor y mecenas, sin olvidarnos del Fantasma de la Opera, por aquello de la insistente presencia de los efectos de órgano.