Para aquellos que disfrutaron con las canciones contenidas en dos brillantes álbumes como Lo tuyo no tiene nombre (2001) o Ni lo sé ni me importa (2003), el retraso en la aparición de las nuevas canciones de Ellos habrá supuesto una dura condena, qué duda cabe. Por fortuna, aquí tenemos de nuevo a Guille Mostaza y Santi Capote en plena forma, tras una temporada en que se han dedicado a proyectos paralelos (Krakovia) y producciones diversas −Los Planetas, Mirafiori, Portonovo, etc.−, sin contar los doce meses que les ha llevado el proceso de grabación de esta tercera entrega.
En principio Qué fue de ellos supone un nuevo paso en la evolución del dúo. No hay cambios radicales en cuanto al estilo −vamos a seguir encontrando pop inteligente en castellano, con estribillos pegadizos y luminosos−, pero sí que se ha intentado buscar un sonido algo más oscuro, gracias a la participación de David Kano (Cycle, Krakovia) en la producción. Se ha utilizado una batería auténtica en la grabación −algo que ya incluían en sus conciertos− para darle un sonido más orgánico y robusto al resultado final. Ellos suenan más rock que nunca, pero sin dejar a un lado los sintetizadores retro marca de la casa.
A esa solidez sónica hay que añadir los aciertos habituales de Guille Mostaza en lo tocante a las letras, que en esta ocasión casi rozan lo conceptual (las diferentes etapas por las que se pasa en una relación sentimental), y que nos ofrecen perlas como Lo dejas o lo tomas −toda una nueva declaración de principios, como aquel clásico instantáneo que fue Diferentes en su primer disco−, Nada más puro, Todo el mundo está en contra mía o Paso de ti. El músico está cada día más inspirado, y los años de rodaje se notan en cada frase de este disco.
En los doces cortes aquí contenidos hay himnos indiscutibles del tecnopop como El anillo (que puede recordarnos a la anterior Campeón), donde un amante se jacta ante el cornudo con cuya mujer se acuesta, pero también hay espacio para otras sonoridades −la excelente Si me vas a dejar casi podría pasar por una versión de Los Secretos, y Berta tiene unos sorprendentes ramalazos punk− que amplían el espectro en que se mueven Mostaza y Capote, demostrando que su estilo ha salido reforzado y mejorado tras esta larga ausencia.
Así pues, tanto en lo musical como en lo literario Ellos han superado el listón que habían establecido en sus recomendables discos anteriores, dando muestras de una madurez bien entendida y ofreciendo a todos los amantes del buen pop doce excusas perfectas para cantar, bailar y pensar. Pocos grupos españoles de la actualidad pueden presumir de algo así.