La cuarta y última propuesta musical de los granadinos Eskorzo nos sitúa ante una obra fresca, variada y placentera de escuchar que recorre numeroso parajes musicales integrados en un conjunto agradable y efectivo.
Eskorzo está formado por un total de ocho músicos: Jose Uribe a la batería, el percusionista Zeque Olmedo, el guitarrista Carlos Díaz, José Gustavo Cabrerizo a las cuatro cuerdas, J.J. Machuca a los teclados, el trompetista Jimi Garcia, Prudencio Valdivieso al Trombón y el vocalista Toni Moreno. La sección de viento posee su propio peso específico, no se limita a intervenciones esporádicas, sino que se integra a la perfección en las composiciones de la banda. Ello en parte confiere la personalidad propia de este grupo.
Porque sin lugar a dudas, lo mejor que se puede decir de Paraísos Artificiales, el sucesor de su anterior El Árbol de la duda (2004) es que no suena a ninguna otra banda que no sea Eskorzo. Es necesario reconocer que se encuentran pinceladas que delatan algunas de las influencias del grupo, pero se integran de manera orgánica, como algo natural. Por ejemplo, aunque los teclados del tema que da título al disco pueden recordar a Triana, en ningún momento nos encontramos ante una propuesta musical que se limite a parasitar el legado de Juan de la Rosa. Entre otros motivos, porque el bagaje musical que recoge este disco es sorprendentemente amplio.
De hecho, esta variedad es otro de los puntos positivos del disco. Paraísos artificiales cambia de cuarto musical no sólo entre canción y canción, sino dentro de cada uno de los propios temas. Sin embargo, cuando esto ocurre, muchas veces el oyente corre el riesgo de marearse con tanto volantazo. El mérito de Eskorzo consiste en que el sinuoso trayecto se hace placentero, variado y entretenido. Esto lo ejemplifica por ejemplo, “Como un abanico”, una canción que comienza con ritmos caribeños fusionados con una melodía próxima al lounge que se interrumpe con un estribillo más rockero. Y el resultado de este cocktail es una de las piezas más brillantes del disco.
Además de esta capacidad de integrar estilos e influencias, los granadinos también demuestran su capacidad para crear melodías efectivas. Una vez que escuches los estribillos de “Estúpidos en Siberia”, “El silencio” o el funky festivo de “Estoy mucho mejor” se instalarán en tu cabeza durante una buena temporada.
En definitiva, Paraísos Artificiales combina elementos psicodélicos, funkys, rockeros y de toda índole sometiéndolos al servicio de unas canciones brillantes que atrapan al oyente sin apenas esfuerzo. De hecho, a este redactor, cercano al prototipo de amante cerrado del heavy metal y las tachas, le han convencido. Quien les de una oportunidad, no quedará defraudado.