Ya con su anterior trabajo, Rise, los de Belfast habían apuntado firme como una prometedora banda. Galardonados por prestigiosas revistas británicas como Classic Rock o Kerrang, invitados a tocar por grupos tan legendarios como The Who o The Rolling Stones y alabados por músicos de la talla de Jimmy Page de Led Zeppelín, en apenas tres años de carrera The Rise han logrado más de lo que muchos otros músicos ni siquiera se atreven a soñar. En casos como este, con una carrera tan meteórica, el segundo álbum resulta clave y tenso: puede confirmar lo que hasta ese momento es sólo una promesa, o derrumbar los cimientos de un castillo en el aire.
Afortunadamente para nosotros y para la historia del Rock and Roll, Everyday Demons es más que un digno sucesor de Rise: supera ampliamente a su antecesor. La banda formada por Cormac Neeson (vocalista), Paul Mahon (guitarra), Micky Waters (bajista) y James Heatley (batería) sigue destilando energía en todas y cada una de las canciones que componen este CD. Los norirlandeses han grabado una obra que sigue los pasos de sus evidentes maestros. Sin embargo, no se limitan a copiar y repetir esquemas, sino que actualizan y dotan de una impresionante frescura unos cánones que suenan igual de contundentes que hace cuarenta años.
Everyday demons recoge una variada colección de temas que, teniendo en común ese espíritu setentero, en algunos momentos se acercan más al rock sureño, como en “Cry out” mientras que en otros temas se acercan más a los Led Zeppelín del Houses of the Holy, como ocurre en “Why’d you change your mind”. Sin embargo, la influencia más presente es la de Free y Bad Company, como ocurre en los temas más directos como “Too far gone”, “Demon eyes” o “Walkin’ mat”.
Con una propuesta de rock directo, sin ningún tipo de artificios, The Answer vuelven a demostrar que puede hacerse rock de la vieja escuela sin tener que sonar en absoluto anticuado. De hecho, este Everyday Demons supone una demostración de la fuerza que la fórmula clásica de voz, bajo, batería y guitarra, puede sonar fresca y potente sin necesidad de vender el alma rockera a estructuras y recursos propios de la música industrial travestidos de innovación o de experimentación. Toda una reivindicación de que el rock no necesita de más aditivos si hay talento de por medio
En definitiva, este será uno de los discos del año, una compra obligatoria para todo amante del rock que se precie.