En poco más de una década, Darren Hayman puede presumir de haber publicado prácticamente un álbum nuevo cada año. El de Essex sorprendió a propios y extraños con Breaking God’s heart (1998), debut de Hefner, la banda con la que firmaría tremendos himnos existenciales repletos de ironía, y que se acabaría disolviendo menos de un lustro después, no sin antes haber entregado otras tremendas recopilaciones de talento entre los surcos de The fidelity wars (1999) y We love the city (2000).
Después de publicar un disco bajo el apelativo de The French y algunos trabajos ya definitivamente firmados con su propio nombre −comenzando en 2006 con Table for one−, Hayman regresa a la actualidad, repitiendo compañía con The Secondary Modern como banda de acompañamiento (donde encontramos miembros de Ellis Island Soul, The Wave Pictures y Smile Down Upon Us, conformando una “orquesta folk” en palabras del protagonista de esta reseña).
Si con Hefner podíamos afirmar que cada nueva entrega era un acierto casi seguro, hasta ahora no había sido así con la carrera en solitario de su líder. Las buenas intenciones no habían logrado convertirse en excelentes canciones, pero en este Pram town las cosas han cambiado. El inglés sabe muy bien qué quiere ofrecer, y esta vez ha logrado aunar propósitos y el nivel de elaboración adecuado, para hacer llegar al público el mejor disco que podríamos esperar de él, repleto de buenas ideas.
Pram town es un álbum conceptual en torno a los “nuevos pueblos” que se construyeron tras la Segunda Guerra Mundial en Inglaterra, diseñados −de forma bastante artificial− para la vida contemporánea y del futuro como un antídoto contra las ciudades. Hayman articula este disco alrededor de un habitante de Harlow −ese “Ciudad Cochecito” del título era el mote cariñoso que recibió en su época dicha población− que se ve incapaz de huir de una población en decadencia donde las promesas de un brillante porvenir han acabado tornándose triste realidad.
Así pues, desde el momento en que Hayman comienza a entonar sus composiciones −tras el plácido corte instrumental de apertura− nos reencontramos con sus clásicas historias de simpáticos perdedores, de pequeños desastres cotidianos y sentimentales. Tras una apariencia modesta (no puede negarse la sensación de intimidad que se transmite) se ocultan angustiosos golpes emocionales, en ocasiones velados tras una ligera sonrisa. También hay espacio para algún corte más comercial y directo como Compilation cassette, pero son la excepción en un disco austero y que necesita de más de una escucha para calar como debe en nuestros oídos.
Pese a las siempre odiosas comparaciones con su glorioso pasado en Hefner, lo cierto es que Pram town aguanta el tipo más que dignamente y supone uno de los dos o tres mejores discos firmados por Darren Hayman a lo largo de su carrera, y eso es decir muchísimo.