Tras haber publicado cuatro trabajos que pasaron bastante desapercibidos para el gran público (Uncoloured songs, From bed to bed, A woman or two y Junio), los madrileños Havalina insisten en llamar nuestra atención de la única forma posible: pariendo un disco donde echan el resto, aunando todas las virtudes que habían mostrado hasta ahora para dar forma a una colección de canciones sólidas como una roca.
El grupo ha afrontado en el último año unos cuantos cambios que, como suele suceder en estos casos, se espera que sean para bien. Tras reducir el número de sus miembros (ahora son un trío) y haber saltado a otro sello (fichando por Origami Records), mantienen la decisión de componer en castellano los diez temas de Imperfección, tras abandonar el inglés en su cuarta entrega discográfica.
Ya desde el primer corte queda claro que el grupo transita por caminos dentro de la independencia patria, pero olvidándose del pop más o menos lánguido. Imperfección (el tema) nos sumerge en un remolino donde las guitarras afiladas llevan la batuta, y donde la voz de Manuel Cabezalí lanza de modo arisco una larga lista de deseos (“Quiero desnudarte y devorarte una y otra vez, quiero destrozarte y hacerte daño sin querer”).
A partir de ahí, el resto de canciones no hacen sino confirmar un estilo lleno de contundencia, más oscuro y pesado que en singles anteriores como la excelente Noches sin dormir, con reminiscencias de grupos que la propia formación ha reconocido como influencia. Así, no es de extrañar que en varios momentos parece que estemos escuchando una versión española de Muse (y es que la voz de Manuel no tiene nada que envidiar a la de Matthew Bellamy). También se les ha comparado justamente con los emergentes Vetusta Morla, con quienes han compartido gira.
Imperfección, producido por el propio grupo, no responde a un intento de hacerse populares brindando canciones para todos los públicos. De hecho, no sólo no buscan complacer a un oyente ocasional, sino que retuercen sus composiciones siempre que pueden, para sonar más viscerales de lo que antes habían sido. Pese a todo, bastan dos o tres escuchas para que cualquiera de los grandes temas aquí contenidos acaben por atraer a alguien que acuda a ellos sin demasiados prejuicios.
Pocos son los respiros que se ofrece entre los tormentosos surcos del disco, aunque Lejos de tu cama o el inicio de la larga Desinspiración nos regalan pasajes algo más calmados, en contraste con los arrebatos de electricidad precedentes.
Resumiendo, estamos ante una banda que nos ofrece solidez, contundencia y una cierta veteranía, y que con este nuevo trabajo ha hecho méritos de sobra para ir subiendo escalones dentro de la escena de la música independiente española. Ahora sólo falta esperar que las expectativas creadas por su sonido den sus frutos próximamente.