Black Lips es una banda garage punk de Atlanta, Georgia, formado en el año 2000 por un grupo de amigos en adolescencia. Pronto adquirieron cierta fama en la escena undergorund norteamericana, en especial por sus salvajes directos que los llevaron a ser vetados en varias salas de conciertos. Ahora, en pleno 2009, han editado su quinto trabajo de estudio: 200 Million Thousand. En los primeros compases uno ya percibe cuáles son los elementos que configuran su sonido, así como las lejanas influencias de las que parten y que van desplegando a lo largo de todo el álbum. Por mucho que ellos mismos se apresuren a definir su estilo como flower punk, es indudable que lo que practican este cuarteto de Atlanta es un garage nutrido por el sonido añejo de las bandas de los sesenta.
En sus primeros instantes, este se destapa como un viaje sucio, polvoriento a la América de carretera, la que se dibuja a ambos lados de la ruta 66. Logran transmitir un sonido desgarrado, que huele a sudor, cerveza, y al calor asfixiante del desierto. En definitiva un rock con guitarras afiladas, sonidos distorsionados y actitudes desafiantes. Así lo ejemplifica el tema de apertura Take my heart, que recupera el sonido del garage psicodélico de grupos como 13th Floor Elevator. La canción Starting Over se inicia por su parte con un riff psicogarage que parece construirse como un hipotético cruce entre The Yardbirds y The Byrds, a lo que pronto se le suma una voz propia del post-punk. En Trapped in a Basement dan con una composición lisérgica, endiablada, que se va volviendo obsesiva e inquietante a medida que afloran sus risas de fondo y la psicodelia.
Es en el sexto corte cuando irrumpe Short Fuse, o algo así como el single entendido por Black Lips. I’ll Be With You, aporta un himno etílico para una noche de confesiones amorosas.
El disco, como en los vinilos en los que se inspira, se divide en Side A y Side B. En la B encontramos 8 canciones más que siguen por los derroteros comentados, a excepción de Elijah, que se acerca más a los Pixies que al estilo general del álbum. Su conclusión llega con Meltdown, pieza interesante en que el oyente más despistado se puede perder, ya que la primera nota llega al cabo de dos minutos de absoluto silencio, algo que no debe sorprender demasiado procediendo de estos chicos punk.
Tras su escucha no quedan dudas de dónde se sitúan las coordenadas musicales de este 200 Million Thousand. Las referencias abarcan un amplio abanico (entre las más identificables grupos como The Sonics, 13th floor Elevator, The Troggs, MC5, The Animals, o incluso, los primeros Rolling Stones) y a uno le invade la sensación tras escucharles -y sobretodo al leer sus letras- que el grupo está formado por un grupo de amigos gamberros, insolentes, maleducados, con una actitud perseverantemente punk, pero que en el fondo no es más que una apariencia, porque su música no deja de ser un producto reciclado. Eso sí, un revival digno, y con el añadido de querer aportar cierto discurso propio.