Los barceloneses Bad Way han tardado cuatro años en darle continuidad a su debut, From Zero To Hero, pero la espera ha quedado plenamente justificada con la continuación denominada Dead Letters, un álbum que, de entrada, resalta por ampararse en un sonido internacional capaz de repercutir fuera de las fronteras del estado.
De hecho, al apoyarse en un excelente inglés, si desconociéramos la procedencia original de la formación, se podría pensar que estamos ante otra banda sueca que sigue la estela de Backyard Babies y toda la movida escandinava involucrada en los perfiles hard rock agitados con la impronta rebelde del punk y el inconfundible aroma americano con Los Angeles como punto de referencia.
Todos los implicados en la elaboración del disco, la parte técnica, con producción de Gonzalo Parreño, mezclas de Roger García y la masterización de Mika Jussila, así como los intérpretes, empezando por Marc Vanway, cantante y principal compositor, y continuando con el resto, Dabis (bajo), Alec (guitarra rítmica), Evodi (guitarra solista) y Carlos Skizo (batería), han facturado un producto altamente competitivo.
El álbum, distribuye su contenido con equitativa lucidez; podemos encontrar sugestivos medios tiempos, ritmos energéticos de maliciosa dinámica y baladas seductoras.
Entre los cortes más movidos, los iniciales My Way y Forever, cumplen con la misión de captar la atención del oyente que quedará definitivamente atrapado con Dogs Of The Dawn y la resolutiva exuberancia de sus guitarras, cuya eficacia compite con My New Tattoo, dos composiciones definitivamente brillantes, la última de ellas, con una pequeña y sorpresiva intromisión en terrenos del reggae. Y sin que esto desmerezca a las restantes canciones.
Entre los más lentos, destaca el sentimiento que exhiben, Dead Letters y My Mistakes, sin olvidar la despedida decantada hacia lo acústico presente en The Same.
En conclusión rock macarrónico de aristas rudas y enfoque pegadizo, no exento de sus toques de sensibilidad romántica.