Detrás del debut de Delanada en este EP de largo título se esconde el catalán Javier Molina, para quien este proyecto supone cerrar una larga etapa como músico errante y marginal tras diez años tocando en las calles y en los metros de grandes ciudades como Madrid, Barcelona o Londres. Molina se encarga de la voz, la guitarra y del piano de las cinco composiciones incluidas en este disco, acompañándose de varios músicos procedentes de diversas bandas como Cosmic Grass o Walking Stick Man Blues Band.
Apenas 18 minutos bastan como excelente carta de presentación de Delanada, cuyo sonido se inscribe claramente dentro de la corriente actual de indie-folk, aunque también hay espacio en su propuesta para el soul, el blues e incluso el flamenco, estilos todos ellos que poseen un fuerte arraigamiento terrenal, un peso emocional que conecta con la profunda realidad. A este marco musical, Molina añade unas letras que nacen con la intención de ayudar al compositor a conocerse mejor a sí mismo y al mundo que le rodea.
Al margen de tendencias pasajeras, Delanada sirve como plataforma de expresión de su máximo responsable. Estamos ante un disco que ha sido cocinado a fuego lento –mediando tres cambios de vivienda–, sacando el máximo partido de los limitados medios con los que se ha contado. De ahí que en las letras hallemos una intensidad especial que, tema a tema, sintoniza perfectamente con la música árida, fantasmagórica a veces, de las canciones aquí incluidas. Así pues, detengámonos brevemente en lo que nos cuentan las cinco.
En Blues de los quereres su autor nos sumerge en polvorientos caminos del medio oeste americano para llevar a cabo una peculiar declaración de propósitos (“Quiero mentir y decir la verdad. Quiero ver las cosas sin esconder la realidad”). Las intenciones, por su parte, alegra el tono musical, pero no el trasfondo (“Seguir fingiendo y decir que todo anda bien lo sé hacer muy bien, pero ha llegado el fin”).
El tercer corte, Las horas, nos deja perdidos en mitad de una composición desnuda e inquietante donde las notas se sostienen casi hasta el infinito, y donde apenas cinco líneas de letra dejan su significado abierto a múltiples interpretaciones. Después llega Road movie peninsular, melancólica y con un estribillo contundente (“Buscas dolores que no existen. Si insistes sabes que se harán realidad”).
Cierra este EP la pausada e íntima Los riesgos de ponerse en pie, donde Molina deja entrever varios de los demonios personales que deben de rondarle, con algunas frases demoledoras (“He perdido tanto que ya no sé ganar”) que sugieren muchísimas cosas. Algo que asimismo sucede con estas cinco composiciones aquí publicadas, productos exquisitos y delicados para paladares poco dados a la comercialidad más descarada.