Regresión es una de tantas bandas que intentan abrirse paso por el complicado y poblado universo del rock estatal. Proceden de la localidad catalana de L’Hospitalet y desde sus orígenes, allá por 1995, han pasado por las típicas etapas donde los componentes entran y salen como paso previo a la solidificación de la formación, que en este caso concreto cuajó en 2000, cuando el vocalista Pedro Guijarro se unió a Pablo González (guitarra), Toni Sánchez (guitarra), David Pérez (bajo) y José Ignacio Uría (batería), quienes, entre 2003 y 2004 grabaron su ópera prima homónima, que no vio la luz hasta 2006.
Tres años después, el esfuerzo de la banda, fortalecido por la experiencia adquirida, provoca la aparición de su segundo álbum, Revolución, con el que dan un salto cualitativo en su trayectoria, presentando una grabación que transpira energía y potencia pero que no renuncia a la melodía y al sentimiento.
Algo incuestionable es el predominio de las guitarras, colocadas en primer plano para aportar unos riffs de musculosa robustez, como se puede apreciar desde el inicio con el corte Revolución y su riff a lo Deep Purple convenientemente metalizado a los tiempos actuales, contrastando con una voz que recurre tanto a los registros combativos como a los melódicos, creando una disparidad cambiante que fortalece los esquemas.
No estamos ante una banda de caña pura y piñón fijo, exploran la diversidad para evitar la reiteración de parámetros y así enganchar al oyente con situaciones imprevistas como el caso de Un Día Como Hoy, donde el riff imperante deja paso a un cambio de dinámica con posterior entrada del solo. Seguidamente, el ritmo contagioso de No Calles Más, deja paso al medio tiempo Decirte Adiós, con un intenso sentimiento vocal.
La prueba de que ofrecen variantes atractivas la encontramos en Sigo Vivo, donde los perfiles del stoner asoman sus recias texturas; para acto seguido pisar el acelerador en Necrópolis e introducirse en el terreno del metal contundente. Una vez llegados a la pegadiza La Apuesta, donde incluyen unos sugerentes teclados, nos topamos con unos estribillos que pueden recordar en determinado momentos a Barón Rojo. Luego volvemos al sentimiento con la balada, Una Parte De Mi.
En el tramo final, Nueva Realidad incursiona en la intensidad y la sensibilidad al mismo tiempo, con permutaciones constantes, mientras que Oro Negro ratifica la consistencia del álbum en general, con nuevas dosis de marcha y filigrana guitarrera.
Un trabajo que enriquece los oídos a medida que se le van dando nuevas oportunidades, con mucha sustancia por descubrir, como los solos de guitarra repartidos estratégicamente, sin abusos, pero muy coherentes, y la oscura pero eficaz labor de la sección rítmica, con una batería que se despide con una contundente pegada.
Una auténtica revolución para el sonido de la banda de L’Hospitalet que les allana el camino hacia una mayor proyección en el futuro.