Alburquerque (Badajoz) se vistió, un año más, con los colores y la parafernalia que rodea la imagen y estética mod, hoy reconocido como cultura indie. El cartel y el castillo, que da prestigio al pueblo, se han convertido en la meca de la música alternativa y el escenario ideal para los más fiesteros que adoran este estilo musical.
Cientos de clones se reparten por los aledaños del festival con motivo del ya tradicional botellón prefestivalero, que dota al espectáculo de mayor interés público. Pantalones de pitillo, tanto para ellas como para ellos, camisetas ceñidas, algunos lo adornan con tirantes sacados del atrezzo del film de Stanley Kubrick, La Naranja Mecánica, flequillos teledirigidos a un costado, patillas muy pobladas, gafas de pasta gorda y botas altas. Ese es el primer paso de toda la mecánica de un buen indie. Las féminas se conforman con llevar mucho colorido en su ropa y unos labios muy marcados de tinta rojizo.
La decimocuarta edición del Contempoprána sirvió para bautizar, examinar la reválida, subir al pedestal e, incluso, desprestigiar. La primera jornada comenzó ya bien entrada la tarde para hacer más llevadero las altas temperaturas de la región. The Wish se encargó de dar el pistoletazo de salida y allanar el camino a una de las revelaciones de la temporada: Cola Jet Set, grupo surgido a raíz de la desunión de Los Fresones Rebeldes. Poca gente la que poblaba la zona del único escenario, hasta que Catpeople se personó para cumplir con las expectativas. Luego le tocó el turno a los cabezas de cartel del evento, Vetusta Morla. El quinteto, que ya ha recibido honores en forma de premios por todas partes, ofrecieron un directo sólido, dinámico, divertido y, sobre todo, con muy buena acústica.
Congeniaron desde el principio con el respetable, y no sólo por Autocrítica, canción con la que abrieron su recital, sino por las maneras de actuar y su fidelidad. Lori Meyers, Ellos y Cooper, a pesar de aprobar el examen con un simple aprobado, fueron los indirectamente perjudicados, pues Vetusta Morla puso el listón muy alto a falta de cuatro conciertos para que finalizara la primera cita. Aún así, la gente se acumulaba por las primeras filas, zona de bares y sobre los estrechos que dividen el Castillo con el escenario, además de salvar los límites de la habilidad del equilibrio y destreza para subir pequeños terraplenes dignos de una etapa de alta montaña del Tour de Francia y coquetear con la tragedia, en algunos casos.
El segundo día era el llamado plato fuerte para los amantes del círculo y sello independiente. Febrero, Les Tres Bien Ensemble y Half Foot Outside sonaron como preludio para uno de los grupos más esperados. La bella y dulce voz de la vocalista de Russian Red pudo comprobarse que es directamente proporcional a la celeste figura física que poco mueve sobre el escenario. La cantante, más tímida de lo normal y empecinaada en tocar bien la guitarra y exponer toda la plenitud verbal a su voz, orquestó un bonito espectáculo que careció de emociones. The Wedding Present sonó puro, vivo y a influencias del indie añejo británico,y bien que les fue. Sidonie, por su parte, logró camelarse al público con su sonido rítmico, potente y de ritmos pegadizos que hizo las delicias de los allí presentes.
La electrónica de We are Standard triunfó
Pero lo mejor de la jornada estaba por llegar. We are Standard logró, a las tres de la mañana cuando la gente comenzaba a guardarse fuerzas para Love of Lesbian, que hasta los cimientos más viejos del afamado castillo moviera las caderas al son de su pop-rock-electrónico. Los híbridos eléctricos de este quinteto musical calaron hondo y la peculiaridad de su líder hicieron posible uno de los mejores espectáculos que se recuerdan por el festival. Un auténtico empacho de locura, sonidos evocadores y de fiesta intensa, como el vocalista catalagó su concierto.
Lacrosse, una especie de mezcla entre Pixies y los divertidos Vampire Weekend, desplegaron todo su arte y sonido alegre traída desde Suecia. Todo lo contrario que Love of Lesbian, que fue, sin duda, una de las mayores decepciones del certamen con una actuación lineal, monótona y poco vistosa a pesar de recaudar uno de los mayores llenos de la última jornada que cerró Chema Rey dj y despedir hasta el año próximo un gran festival que otorga protagonismo al pop doméstico.