Es complicado a estas alturas de su carrera enfrentarnos a un nuevo lanzamiento discográfico de esta banda que es en sí misma un monumento en la historia del hip-hop que supo en su momento desviarse de la norma y crear formas distintas de entender la música de este movimiento.
Y digo difícil porque todo lo que ellos construyeron es usado ahora sin ton ni son por todas las generaciones actuales de músicos y puede llegar a desvirtuar nuestra percepción de su música si olvidamos que fueron realmente ellos los precursores de los cambios pasados que son ahora realidades presentes.
Till Death Do Us Part es un disco extraño. Y no porque hayan complicado su música o experimentado con nuevos conceptos inexplorados. No. Este nuevo trabajo de Cypress Hill parece querer ser una vuelta a los orígenes y al mismo tiempo un repaso a todas las influencias sonoras que han recogido a lo largo de su trayectoria. Nos encontramos ante un cóctel estilístico que en una primera escucha nos aturde y casi desagrada, haciéndonos pensar incluso en la más pura y dura comercialización del grupo. Y tal vez sea por los ritmos latinos tan en boga ahora que pueblan Latin Thugs (con la colaboración del puertorriqueño Tego Calderón y cantada en castellano), el sabor tropical de Ganja Bus (con el hijo de Bob Marley, Damian) o incluso su primer single What's Your Number?, con la colaboración del guitarrista de Rancid y bases del Guns of Brixton de The Clash. Pero no tenemos que olvidar que fueron ellos quiénes impusieron esta tendencia ya con su primer disco (recordemos el clásico Triple X).
Otro asunto es que el tema que da nombre al disco se nos antoje demasiado parecido a los máximos exponentes actuales del R'n'B comercial, o que Busted in The Hood, siendo un gran tema a nivel musical y letrístico, nos recuerde a Eminem. Son cosas que a estas alturas resultan inevitables cuando el hip-hop es ya un fenómeno de masas que llega a todas partes y ostenta tan gran cantidad de bandas y seguidores. Pero nada que no pueda obviarse, sobre todo al escuchar las bases cabareteras y casi circenses de Once Again y la vuelta a la oscuridad y el misterio del Temples of Boom (no puedo reprimir las lágrimas de emoción) que pregonan Street Wars, One Last Cigarette, Till Death Comes y Never Know. Sin olvidarnos de las buenas bases de Last Laugh (con una de las pocas guitarras del disco, y colaboraciones de Prodigy y Twin, de Mobb's Deep) y la soberbia Another Body Drops, fiel representante del más genuino gansgsta rap.
En las letras lo de siempre: marihuana, crítica social y existencialismo.
Un disco para escucharlo muchas veces y saborearlo profundamente y muy poco a poco.