La madre de todos los estilos musicales recoge la licuadora y emplea todas sus fuerzas para mezclar soul, electrónica, música de baile, funky y, sobre todo, rock and roll. Mucho rock and roll en un solo cocktail que alerta seriamente ante los que tengan un sistema inmune bajo en defensas porque la locomotora puede provocar resaca. El combinado en cuestión lleva el título de Music for Men, y los inventores, The Gossip.
Con Thats Not What I Heard impactaron al público en general, con Standing in the Way of Control alcanzaron la gloria de la crítica internacional, pero con este último trabajo –quinto de estudio en cuestión- se han consolidado entre la música alternativa. The Gossip ha pasado de ser una eterna promesa, con un buen grupo detrás de una espectacular voz, a ser un icono de los indies.
Sus conciertos les han convertido en una fecha casi necesaria para escribir el ritual de todo popero, que con gafas de pasta, filetes en forma de plato combinado en la cabeza, camisetas y pantalones estrechos se asoman entre su respetable. La cantante, lejos de todas esas modas, prefiere hacer lo que mejor sabe: cantar, pasárselo bien y hacer un show en el que perfectamente puede perder casi cinco kilos por sesión. Y todo ello decorado, casi siempre, con un largo vestido ancho para que el ejercicio sea más cómodo y llevadero, pues su enorme y potente voz es directamente proporcional a sus dimensiones físicas.
Pese a ello, The Gossip no deja de sorprender con su impresionante repertorio de temas bailables y rockanrolleros. Music for Men suena a grupo renovado, maduro, fresco, innovador y adelantado a su tiempo. Las historias que relata Katty no son églogas de la cultura romana, jamás ha intentado que lo fueran. Pero esa voz es capaz de convertir cualquier vulgaridad en lo más erudito que jamás pudiera firmar Sócrates.
Dimestore Diamond rezuma clase. Heavy Cross sabe a añejo gossipiano de anteriores LP´s y aires de funky, sin duda la mejor del disco. 8th Wonder mezcla punk con soul, preludio de Pop Goes the World, con grandes guiños latinos, como si de una obra de Lucrecia se tratase. El resto de clásicos del material es bailable hasta la saciedad, muy tarareable en zonas de bares y estribillos muy pegadizos.