Poco más de 25 años necesitó el delincuente juvenil Shawn Carter, nacido en uno de los guetos de Brooklyn (Nueva York), para convertirse en Jay-Z, una de las grandes estrellas del hip hop. Su éxito se ha basado en una fórmula más propia de un visionario del marketing: la conjunción de las experiencias acumuladas como pandillero, ha confesado haber trapicheado con drogas, y ritmos de fácil digestión. Todo ello dirigido por un flow penetrante, ágil y machacón. Así debutó en 1995 con el single I Can't Get With That. Un trabajo que también reflejaba una visión comercial avanzada al ser editado por su propio sello, Roc-a-Fella.
Ahora, autocoronado como “el mejor MC de todos los tiempos” y convertido en exitoso hombre de negocios, además de estar casado con Beyoncé, Jay-Z presenta el último volumen de la trilogía The Blueprint. Antes llegaron The Blueprint (2001), considerado por muchos como su mejor trabajo -con permiso del primer larga duración Reasonable Doubt (1996)-, y The Blueprint 2: The Gift & The Curse (2002), uno de sus discos más dispersos. Con esta tercera entrega, el músico ha conseguido su onceavo número uno en la lista de álbumes más vendidos en los Estados Unidos, superando al mismísimo Elvis Presley y acercándose a The Beatles.
Como ya hiciera en ocasiones anteriores, Shawn Carter ha contado con Kanye West para firmar la mayor parte de las producciones. El llamado “Rey Midas del Hip Hop” vuelve a lanzar esos beats con sabor añejo, anclados en el Rhythm & Blues y el soul, con la incorporación de pasajes psicodélicos (“What We Talkin' About”), instrumentaciones grandilocuentes (“Thank You”) y efectos vocales (“Hate”). También son obra suya los ritmos orientados a las radios mayoritarias, como “Run This Town”, donde deja su voz junto a Rihanna, y una remezcla un pelín hortera del “Forever Young” de Alphaville.
Pero “el nuevo Sinatra” se rodea de otros productores para hacer bailar (No I.D. apunta al funk con una guitarra distorsionada en “D.O.A. Death of Auto-Tune”), rendir homenaje a su ciudad con los coros finales de Alicia Keys (Al Shux con su espacial “Empire State of Mind”), romper cuellos a golpes de colleja (“Real As It Gets” de The Inkredibles) y ahogar al personal con la claustrofóbica “On to the Next One” (con la rubrica de Swizz Beatz). Timbaland y The Neptunes se unen a la fiesta para entregar otro gran álbum en la carrera del padrino Jay-Z.