The Resistance sigue la estela de su antecesor con un evidente perfil dramático en el que no faltan los habituales excesos. En el primer tramo del álbum, integrado por “Uprising” y “The Resistance”, la banda explota al máximo su vertiente más melódica. Vuelven las guitarras apasionadas y el acierto es notable en la búsqueda del estribillo redondo y el paraje instrumental fácil de corear en vivo. Además, Matt Bellamy continúa explotando su voz aquejada y emotiva, de manera que las señas de identidad propias de Muse permanecen intactas.
“Undiscloded Desires” retoma las formas de ”Supermasive Black Hole”. El sonido pierde contundencia y gana en matices, pero The Resistance empieza a deambular por un sendero más dramático. Lejos de lo demostrado en algunas de las entregas anteriores, los delirios que antaño contribuyeron al enajenamiento suenan ahora vacíos, excesivamente premeditados y calculados. Mancados de naturalidad. Del resto del álbum sólo destacan por momentos algunos parajes de “Unnatural Selection” -toma cuerpo a raíz de “New Born”- o “I Belong To You (Mon Coeur S’ouvre A Ta Voix)”, y ni siquiera la grandilocuente “Exogenesis Symphony”, un épico episodio final de tres capítulos en la que la banda explota su faceta más polifacética y casi cercana a la música clásica, consigue acercarse a la pretendida epopeya galáctica.