A modo de respiro llegaba el momento del recopilatorio, la hora de suceder al Crossroad. La discográfica lo perseguía desde hace tiempo y la recopilación estaba prácticamente lista. Pero las dos canciones de apoyo, pasaron a ser tres, cuatro, cinco... y en una demostración de su gran estado de forma, terminaron por decantarse por el álbum completo y volver a hacer las maletas: toca gira, que tiemblen las taquillas.
Prueba y error, es su propia explicación. Años dedicados a la causa sin dejar de intentarlo. Un gran sentido crítico ayuda, y puede que se lo deba a esos detractores que posiblemente le aporten más que quienes extienden alfombras rojas a su paso. La cuestión es que atender en When We Were Beautiful a un Jon Bon Jovi calculando el repertorio de uno de los conciertos más importantes de su vida (y no son pocos, pero el de Central Park destaca entre ellos) es comprender o ver confirmada la vertiente calculadora que antes sólo intuíamos. “No podemos dejar fuera Always”, masculla tras ser informado que en ese concierto gratuito, de las decenas de miles de privilegiados muchos no son fans acérrimos. “Aunque no sea lo ideal para el público más masculino”, viene a replicarse, cuestionando cómo defender su imagen rockera.
Todo forma parte de una bifurcación –rock, baladas– que con el tiempo se ha alterado dando lugar a un replanteamiento según sus necesidades como autor (sí, otra vez acopladas siempre a su interpretación empresarial). De esta manera, tras años de megabaladas mito, con Always como representante involuntaria del género (que además es la confirmación de que lo del error existe en sus pruebas: junto a Livin’on a prayer inicialmente no iba a ser publicada), poco a poco su vida sentimental estabilizada fue reduciendo su pasión por el género (al menos como para mantener algo que tantos quebraderos de cabeza le daban a su consideración de rockero). Thank You For Loving Me ya mostraba demasiado del mecanismo, supliendo la sinceridad con remates y dejando a Stay oculta como cara B (auténtica demostración de sus cualidades y quizá de una excesiva honestidad). Y aunque Make a memory logró buenos resultados, sus medios tiempos parecen ser ahora su verdadero interés, algo que compensa con cortes vitalistas en que ha de esforzarse por diferenciarlos de los anteriores, con los que comparte multiples señas de identidad (muestra en todo caso de su facilidad con una fórmula que cuando remata produce grandes himnos).
Evolución libre
En todo caso la evolución que Bon Jovi fue forjando hasta el These Days es comúnmente admitida –incluso para los citados detractores, cuya corriente “reconvirtió” sus argumentos– como coherente más allá de sus hallazgos. Keep The Faith retomó las cosas tras el caos Slippery+New Jersey, haciendo uso por primera vez de la experiencia y del asentamiento de la banda. Dieron con un rock más puro y adulto, libres ya del estrambótico aspecto ochentero. These Days se convirtió entonces en un molesto objeto de culto en determinados sectores por el singular equilibrio entre baladas, rock, apertura de miras en lo músical y un sello personal en que se equilibraba madurez y frescura en proporción irrepetible.
Y todo estaba hecho. Con Crush en algunos tramos parecían ir en dirección contraria (y declaradamente: a Jon no le convencía la tristeza del These Days, de ahí que lo califiquemos de “molesto objeto de culto”), obteniendo poco más que la anécdota del citado It’s My Life. Tras él Bounce pasó a ser un intento escasamente reconocido de jugar a ser tipos duros del rock, con ritmos y guitarras furiosas en varios temas que no calaron lo suficiente como para seguir esa dirección (y libres de baladas, sus medios tiempos les dejaron sin demasiado a lo que agarrarse). Renunciaron a seguir por ahí con Have a Nice Day, otra búsqueda de rumbo y de voluntad de adaptación a los nuevos tiempos, compensada (siempre compensando, probando y volviendo a probar) después por Lost Highway como un candidato insospechado a pervivir en el tiempo. Y eso a pesar de incoherencias entre cortes con la que vuelve a ejemplificarse la idea de ni querer renunciar a público alguno ni a los propios deseos de componer.
Quizá tanta formulación vaya contra la autoría. Quizá sea la verdadera forma de perfeccionarla, conectar con distintos públicos gracias a las distintas vías y aspirar a comunicarlos. Cumplir con el objetivo sacro-santo de la supervivencia, dogma Bon Jovi, y al tiempo darle un sentido a la idea de que esto fue siempre algo pasional y que venía de la idea de reflejar las propias emociones.