Simple Minds dio anoche en La Riviera un auténtico recital ante poco más de mil quinientas personas. Jim Kerr y los suyos no pararon, en ningún momento, sobre el escenario de animar a un público entregado en cada uno de los temas que la banda iba tocando. Al final, el resultado de la gira de los escoceses es más que sobresaliente.
Puntualidad británica, estética escocesa, sonidos originales de la banda de la época de glamour ochentena, un comienzo apabullante y un público muy entregado. Así aparecieron Simple Minds a la hora que debían hacerlo y con buenas muestras de su compromiso desde el principio, dejando vitorear sus canciones desde el primer tema.
El público para estos grupos es muy diferente al resto de bandas de rock. Es la mayoría entrado en la cuarta y quinta década de sus vidas, pero disfrutan como cualquier universitario. Además, a un grupo mítico o de moda les va a ver cualquiera. A los Minds, no. Son mucho más que eso. Un grupo de culto, de la edad dorada del rock británico y que emergieron en plena ebullición de uno de los mejores movimientos históricos contemporáneos musicales, la New Wave.
Por tanto, tienen su público fiel y que se saben, al menos corear, todas las canciones. Incluso las de su nuevo disco, Graffiti Soul, un enorme trabajo que presentaron en España en dos días (el día anterior estuvieron en Barcelona) con el que vuelven a sus sonidos más añejos y que recuerdan a los primeros y mejores Simple Minds.
De la formación original sólo continúan el líder y cantante Jim Kerr, alma de la banda, y el guitarrista y teclista Charlie Burchill. Completan el grupo el batería y percusionista Mel Gaynor, el bajista Eddie Duffy y el teclista Andy Gillespie, todos grandes músicos y con experiencia en directo.
Con todo, la banda comenzó su recital, que duró poquito más de dos horas, y comenzaron a tocar temas como Waterfront, el famoso See the lights o Glittering Prise. Con un repertorio de sus grandes éxitos, mezclados con otros no tan famosos, hubo tiempo para baladas del tipo East at Easter o la sinfónica y progresiva Street Fighting.
Pero, como suelen hacer los viejos rockeros, se dejan lo mejor en la retaguardia. En la parte final del concierto, amansaron a sus fieras con Somebody up there, One step, Don't you, This is it, New gold dream y ya en los bises con la mítica Alive & Kicking, Rockets y Belfast Child. Un gran concierto que, seguramente, recordarán sus fans con mucho cariño, porque Kerr ayer, se dejó el corazón ante su gente, su público.