Durante dos días, la sala Republicca de Mislata (Valencia) fue el centro de atención de los aficionados del pop de base electrónica. Más de 12 horas de música con DJs y diversas actuaciones en directo en las cuales, curiosamente, todas las voces solistas fueron femeninas. La organización ayudó a sobrellevar la espera entre los diferentes shows con la labor de dos pinchadiscos, DJ Amable y DJ Buenavista. Los mismos que se encargarían de fatigar los cuerpos de los asistentes hasta bien entrada la noche.
La actividad en el escenario empezó con la presencia de una morena y una rubia, Kate Holmes y Sarah Blackwood, unidas bajo el nombre de Client. Su actuación, centrada en los sonidos de teclado, voz y la ayuda de un DJ en la caja de ritmos, adoleció de cierta monotonía y quedó demasiado sujeta a los patrones de la nueva moda indietrónica. Sólo hubo cierto movimiento en la pista cuando atacaron temas como “Rock and Roll Machine” o “Price of love”, ya conocidos por una audiencia asidua a los clubs de baile.
Alaska y Nacho Canut conocen perfectamente los mecanismos necesarios para adaptarse al medio y a las circunstancias. Si no fuera así no se explica cómo su relación musical dura ya más de 25 años sin dar muestras de agotamiento. Fangoria iniciaba en Valencia la gira de presentación de su última obra de ingeniería de pop electrónico, el álbum “Arquitectura efímera”. Con una importante propuesta visual, basada en proyecciones, luces de feria y el extenso vestuario de Alaska (lució tres vestidos diferentes), el concierto giró entorno a las composiciones más recientes del grupo. Sonó más de la mitad del repertorio de “Arquitectura efímera”, incluyendo el primer y pegadizo single “Retorciendo palabras” y la escenificación de “Hoy aquí, mañana vete”, una versión de la ramoniana “Here Today, Gone Tomorrow”. Pero cualquier fan-fatal también pudo vibrar con “No sé qué me das”, “Eternamente inocente” o el colofón final de “Electricistas”. El directo de Fangoria fluye sobre las programaciones que descarga Nacho Canut desde su atalaya, pero difiere de los discos en una mayor contundencia de las guitarras. De esta forma, ofrecen un espectáculo que llega a convencer hasta a los más escépticos.
Cuando el personal todavía se recuperaba de los efectos del hechizo lanzado por Alaska y los suyos, el antiguo teclista de Depeche Mode, Andy Fletcher, se convirtió en el foco de atención. A partir de ese momento, las miradas se dirigieron hacia el centro de la sala, donde se encontraba la cabina habilitada para los pinchadiscos. Durante su sesión, el músico remezcló los grandes éxitos de épocas pasadas, incluidos temas del mítico grupo británico del cual formaba parte, y sonidos más actuales.