En la tarde del sábado Ms. John Soda se encargó de despertar a aquellas personas que todavía arrastraban los efectos de los excesos de la noche anterior con la propuesta más ruidosa del festival. Micha Archer (The Notwist y Tied And Tickled Trio) y la vocalista Stefanie Bohm (Couch) constituyen la columna vertebral del grupo en estudio. Sin embargo, en sus actuaciones se convierten en un cuarteto. El sonido del directo es también diferente al que ofrecen en sus discos, dejan a un lado su vertiente más electrónica y se acercan a las propuestas de The Breeders o Veruca Salt.
Pero poco después, la noche se apaciguó. Tres años después de su debut en solitario con “Carefully”, la polifacética Najwa Nimri ha reunido la experiencia y las fuerzas necesarias para presentar sus propuestas musicales en los escenarios. En este proceso, el público de Valencia se puede sentir afortunado, puesto que ya ha tenido dos ocasiones para escuchar la voz de Najwa en directo. Tras su paso por el Observatori el pasado mes de octubre, esta polifacética artista actuó en el San Miguel Beat Weekend luciendo de manera transparente su estado de buena esperanza. Acompañada por tres músicos y su productor (guitarra, batería, programaciones-percusiones y coros), sumió al público en la esfera hipnótica que inunda sus trabajos discográficos. La cantante es consciente, y así lo expresó durante el show, que quizás el público espera ritmos más bailables, pero su propuesta, encarnada en composiciones como “Go Cain” (primer single de su segundo trabajo, “Mayday”) es una invitación a la escucha pausada y relajada.
Una sensación semejante podían esperar aquellas personas que quedaron cautivadas con “Felt Mountain”, el primer disco de los británicos Goldfrapp. Sin embargo, el cambio de registro experimentado por la formación a partir de composiciones como “Strict Machine” o “Train” (incluidas en “Black Cherry”, su segundo álbum) les ha introducido, con gran éxito, en las pistas de baile. Su presencia en Valencia sirvió para demostrar que en directo la banda también sabe nadar entre dos orillas, una experimental-contemplativa y otra más hedonista. Para conseguirlo, el grupo exprime las maravillosas cualidades vocales de su cantante, Allison, que se enfundó para la ocasión un uniforme de azafata con lentejuelas doradas, sin falda, y lució una cola de caballo al cinto. Los artificios tecnológicos (varios micros y las interferencias de un theremin), el uso de violines eléctricos, el sonido de los sintetizadores y de las programaciones son un complemento perfecto para las cuerdas vocales de la cantante. El público, a pesar de algunos problemas técnicos y de la corta duración del show (una hora y quince minutos), tuvo motivos para quedar satisfecho.
En definitiva, este pequeño festival ha iniciado su andadura dejando un buen sabor de boca. Esperemos que el año que viene podamos volver a disfrutar de propuestas de este calibre. Nosotros lo celebraremos tomando una buena cerveza.