"Nunca he visto un fan de U2", es la poderosa base con la que Liam Gallagher, el hasta hace no mucho líder de la controvertida banda británica Oasis, decide buscar su espacio en los tabloides arreando a los irlandeses. "Nunca he visto a nadie con una camiseta de U2, o alguien en alguna casa que tuviera un solo disco de U2. ¿De dónde salen sus fans? ¿dónde están" se pregunta después, una serie de dilemas que al parecer le quitan el sueño sin que se plantee acudir a las largas colas que se forman cada vez que se ponen a la venta entradas de sus conciertos para saciar su curiosidad. En su lugar, una explicación peregrina: "Mi opinión es que los compran con todo el dinero que han ganado hasta la fecha".
Aparte de esta excentricidad -que afirma o en un momento delirante o en un intento de humor abstracto-, hay algo que sí parece molestarle más: no le gusta que Bono use a esos fans -esos de los que él duda de su existencia- para la política partiendo del éxito logrado con su música y que convierta sus shows en muestras de activismo. Algo que, recordando su pasado y algunas de las muestras de los valores que él ha difundido a través de su música, podría volver a convertir sus afirmaciones en un ejemplo de su particular humor.