La claridad de sus poemas, la dirección orquestal y el acompañamiento de las voces han creado un halo de satisfacción musical por Nueva York en los últimos tiempos. Lejos han quedado las grandes obras llamadas Boxer y Allegator, a pesar de que en las retinas de muchos quedan aún grabadas. El presente lleva el nombre de High Violent, el nuevo disco de The National.
Cuando debutaron bajo el mismo nombre que el de su grupo, los críticos, por su estilo y contexto que le rodeaban allá por principios de siglo XXI, los equipararon con los mejores Joy Division. No era para menos, sonaban a esa época y la batería, con el acople del bajo, eran casi primos hermanos, en cuanto a sonido se refiere.
Pero, lejos de las metáforas, la banda americana ha ido rescatando influencias de diferentes escuelas hasta desembocar en algo más minimalista y más original. Lo que hoy se conoce como The National, poco o nada tiene que ver con aquellos jovenzuelos de 2001, cuando empezaban a conocer el mundo. Ahora se lo comen.
Olviden todo lo anterior y prueben una buena ración de lo que en mayo será su quinto álbum de estudio y que promete mucho, como todo lo que hace este cuarteto neoyorquino. Ya se han filtrado en la red dos temas del nuevo disco: Terrible Love hace dos meses y, actualmente, Bloodbuzz Ohio ha visto la luz desde la web de la banda.
Suena diferente a cualquier cosa que hayan grabado. Suena tierno, incluso cuando hay un paréntesis a capella, o cuando el batería ahonda en otra lección magistral de cómo seguir un compás perfecto. La voz vuelve a ser crucial para la formación.