Pocas veces un grupo español es más conocido a nivel internacional que nacional. Es de esas cosas que replantean en el mercado musical muchas cosas. Si se hacen las cosas bien o no, si realmente merece la pena ganarse el respeto en una franja que vela más por lo comercial y convencional que lo arriesgado y de buena calidad. Ese es el caso de uno de los grupos más innovadores del mercado doméstico en la última década, Delorean.
Puede que, sencillamente por eso, porque no suenan tanto a lo corriente, a un superhit de radiofórmula que tiene toda la pinta de ser vitoreada en cualquier sala de fiesta, por lo que Delorean no haya sido referente en España. Cualidades tiene de sobra para ello, pero su estilo es poco afín. Y no porque no puedan, porque suenan a discoteca, son bailables y sus conciertos son un auténtico espectáculo de luces, movimientos y buena música.
Estos catalanes han sabido manejarse mejor lejos de las fronteras españolas. De hecho, en estos momentos están empezando una gira por territorio norteamericano hasta abril, fecha que cerraran su periplo por California con tres conciertos.
Hermanísimos de sangre de la cultura pop, estética made in Andy Warhol y vestimenta indie, luchan contra todo los estereotipos posibles, pues es casi imposible encasillarlos en un estilo y en un modo de vida. El primer disco introdujo su sonido más post punk, influencias conseguidas desde la Manchester de Stranglers, Joy Division y la locura de The Clash y Sex Psitols.
Su segundo trabajo, Into the Platoo, cambiaron totalmente de registros en absolutamente todo. Se atrevieron a manejar samplers, órganos y conjuntarlos con guitarras monótonas pero de delicados punteos, y un bajo bien acoplado a una batería de ritmos artificiales y sedosos.
Ayrton Senna, un bonus track que sacaron en 2009 con cinco canciones inéditas, es de lo mejorcito que han hecho en estudio. De hecho, el cuarto álbum que estrenan ahora, Subiza, tiene varios temas descartados que han utilizado para rellenar con un resultado heterogéneo y espectacular.
Subiza se acomoda a los nuevos Delorean, los de In to de Platoo que tanto les motivaron y le llevaron a los altares desde la crítica. Recuerdan por momentos a MGMT y, en Comman Wonder, a Animal Collective.
En este disco utilizan el sobrepeso de la electrónica para acomodarse al baile y el despilfarro en el directo, pero bien es cierto que queda de lujo, aunque algo descabellado con sus anteriores trabajos. En esas ocasiones utilizaban las bases de samplers como método de acompañamiento a los instrumentos. Aquí, lleva todo el peso del ritmo.
Desde el single, Stay Close, todo tiene sentido. Un cometa de una misma dirección, pero diferentes sensaciones que emplea ritmos, por momentos grotescos y, por otros, felices y atronadores. Así es lo nuevo de Delorean, todo un cúmulo de directrices que se manejan al antojo del que lo escucha y el momento.