El llamado “genio de Minneapolis” llevaba demasiado tiempo enfadado con la industria de la música. Por un lado, las discográficas se mostraban incapaces de dar salida a la incesante labor de composición del artista. Por el otro, el músico intentaba imponer sus criterios. La solución fue la peor para ambas partes: ruptura de relaciones. Prince sólo publicaba sus trabajos, demasiado experimentales, en Internet y las compañías se quedaban sin ingresos. Pero parece que las aguas han vuelto a su cauce.
El músico ha recuperado las ganas de componer para el disfrute del gran público. Para llegar a una audiencia masiva su último trabajo ha sido editado por Columbia-Sony. Sin alcanzar las cotas de discos como “Dirty Mind”, “Purple Rain” o “Parade”, editados en la década de los 80, “Musicology” debe considerarse como una buena noticia para los seguidores de Prince.
El disco navega entre los ritmos más bailables de la música negra y las clásicas baladas que han marcado la carrera de este intérprete. Una sola excepción, el tema “Cinnamon Girl”, la recuperación del mejor pop-rock de los 80.
La invitación al movimiento empieza con “Musicology”, una composición que recupera lo mejor del funk, bebiendo directamente de las enseñanzas de grandes intérpretes y bandas como Sly Stone o Earth, Wind & Fire. Este ritmo se mantiene en canciones como “Illusion, Coma, Pimp & Circumstance” o “Life ‘O’ The Party”.
Por otro lado, Prince también explota su talento con ritmos más pausados. “A Million Days” pasa a engrosar la lista de canciones de amor de la historia de la música con una particularidad: sus chirriantes líneas de guitarra y bajo. Más pausadas son “Call My Name” u “On The Couch”, aproximaciones al nuevo soul vocal que puede llegar a evocar a D’Angelo, Maxwell o a la mismísima Alicia Keys.
Durante el disco, el artista demuestra su versatilidad y el dominio de casi todos los instrumentos convencionales. Cuatro de los doce temas que conforman el repertorio son interpretados en su integridad por él mismo. Sin embargo, también ha contado con colaboradores de lujo, como Renato Neto a los teclados o el saxofonista Maceo Parker.
En definitiva, demos la bienvenida a esta nueva obra del “hombre orquesta” contemporáneo, no sólo por su contenido, sino también por lo que puede significar para el futuro.