A mediados de los años sesenta en Estados Unidos, no fueron pocos los autores mezclaban rock con la experiencia psicodélica, entendida como un viaje de la mente provocado por el consumo de fármacos que alteraban la conciencia(LSD y marihuana, principalmente).
Los principales protagonistas de aquella época dorada del rock internacional fueron The Doors, The Grateful Dead, Jefferson Airplane y los últimos The Beatles, tras su regreso de la India.
El rock derivó en muchos subestilos sonoros, como el jazz y blues psicodélico, donde su máximo exponente fue Jimmy Hendrix, o el funky-soul de George Clinton. Hoy, ante la invasión del arte moderno e independiente, la música alternativa también tiene su apartado psicodélico. Sus abanderados, desde hace ya diez años, son Black Rebel Motorcycle Club.
La banda de San Francisco acaba de publicar su quinto álbum de estudio, Beat The Devils Tattoo. Se trata de un disco repleto de matices psicodélicos, como el resto de sus anteriores producciones.
De lo nuevo de BRMC fluye blues, country muy veraniego y, a veces, recetas clásicas de puro rock and roll muy apetitosas. Uno de esos manjares se hace llamar Conscience Killer, segundo track y el mejor del disco, sin lugar a dudas. Lleno de fuerza, vitalidad, descaro y aires de clásicos de guitarras made in San Francisco. Suena como una metralleta en cualquier escena de Rambo en la selva, sin freno.
Beat The Devils Tattoo, canción con la que se abre el LP, es una gran muestra de lo que la formación norteamericana puede hacer con el country de hoy. Incluso, con ese estilo, se atreven con una balada muy tejana, como en The Toll. Muchos estilos en un volumen tan poco denso como es un disco, pero muy luminoso.
Lo que sí está claro es por donde quieren llevar su discografía de aquí a muchos años, y no es otro que el camino del blues. River Styx, Haya y Shadows Keeper son algunas firmas de gran ejemplo a seguir.
El resto de Beat The Devils Tattoo, son auténticas destrezas de rock de alta escuela, de la vieja gloria, de eléctricos movimientos sonoros en los que casi se deja contemplar el esqueleto de la banda. La idiosincrasia de Black Rebel Motorcycle Club no se pierde nunca, tampoco en estos treces cortes que resume una trayectoria de psicodelia brillante en el postmodernismo.